Esta creación tiene la particularidad de producirse como una de las consecuencias virtuosas que tuvo la puesta en marcha de la escuela de nivel primario que abrió sus puertas con el Nº 159 que le asignó el Consejo Nacional de Educación, para brindar la misma posibilidad de educación a los hijos de las varias familias que vivían en los campos de la zona de Poitahue.
Era el año 1924, apenas cinco años después que finalizara la primera Gran Guerra europea, que había traído normalidad en el comercio internacional, regularizando el flujo de importación y exportación. Los proyectos de nuevas líneas ferroviarias habían quedado paralizadas a partir de 1914, por lo que no había probabilidades certeras que se fuesen a reiniciar. Aunque es probable que en el espíritu de los pioneros y emprendedores estuviese en un rincón de su mente la idea de conseguir alguna prolongación de las líneas que ya estaban prestando servicios desde fines del siglo XIX y principios del XX.
La agricultura temprana que se había desarrollado en el Séptimo Departamento, ahora denominado Loventué, prácticamente iba rumbo a clausurarse, porque la mayoría de los primeros colonos se habían desilusionado de una producción que estaba muy atada al clima anual. Un clima continental riguroso que muchas veces hacía fracasar las perspectivas de cosecha, sobre todo en la zona marginal.
Pero en la zona la ganadería mayor, basada fundamentalmente en la oveja y el vacuno, entusiasmó a muchos criadores que se pusieron en la tarea de ir mejorando la raza criolla, para lograr carnes y lanas de mayor calidad.
Eran tiempos en que toda la lana que se producía se vendía a buenos precios, tenía mercado asegurado y quienes tenían tierra, suficiente iban logrando aumentar su capital, ahorros que invertían en adquirir más tierra, las nuevas tecnologías que iban llegando y además mejorar el nivel de vida familiar y comunitario.
Lo primero que acaparó la atención y dedicación de los fundadores del pueblo, -Norverto, Huarte, Medero y Tuñón, fue el problema de la falta de caminos en condiciones para desplazarse hacia los cuatro puntos cardinales. Al momento de la fundación, estaban apareciendo, en la región y en la zona de Carro Quemado, los primeros vehículos, que irían lentamente suplantando la tracción a sangre, que prevalecía en la década anterior y que conviviría con la nueva a combustión, durante las tres décadas posteriores.
La creación del nuevo pueblo, le planteó a la Comisión Promotora -Norverto, Huarte, García y Orgales entre otros, la necesidad de sentar las bases de la urbanización y de ir dotando de los servicios básicos a la pequeña comunidad que se iba nucleando dentro de su radio. El primero de ellos sería el de la seguridad, para lo cual solicitaron a las autoridades respectivas la creación de una comisaría y la dotación de personal.
La población creció lentamente y se integraba con familias descendientes de los pueblos originarios que habían sido desplazados hacía cuatro décadas y media, pero que lentamente fueron volviendo y reagrupándose. A ellos se sumaron los criollos provenientes de las provincias linderas, fundamentalmente de la de Buenos Aires, Córdoba, San Luis y Mendoza, las más cercanas. Y a esta base se sumaron los inmigrantes, fundamentalmente de procedencia europea y en menor cantidad asiática. La mayoría españoles, también algunos italianos, pocos holandeses, algunos sirio-libaneses y pocos franceses.
A pesar que en los primeros tiempos cada etnia y colectividad buscó conservarse casando a sus vástagos dentro de la misma, con el transcurso de los años, esos prejuicios y prevenciones se fueron aflojando y la población ingresó en un proceso de mestización con un grado que a veces cuesta reconocer. Pero digamos que los últimos estudios e investigaciones en nuestro país ha revelado que alrededor del 56 % de la población tenemos sangre de los viejos troncos de algún pueblo aborigen.
El tema de las comunicaciones y del registro de las personas también fue abordado por las autoridades de la Comisión de Fomento que comenzó a funcionar como tal antes del año 1930. En primer lugar fue la Oficina Postal de la Empresa de Correos y Telecomunicaciones, que funcionó en la Escuela 159 y que fue atendida por el maestro y director don Ángel Norverto Tellez de Menesses.
Habían transcurrido tan sólo seis años del momento de la fundación del pueblo al que algunos estudiosos de la toponimia designan como "Liu Carreta", cuando en Estados Unidos comenzó la Gran Depresión de la economía, que complicó todas las transacciones comerciales y financieras internacionales.
Dado el alto grado de dependencia de la economía Argentina de Inglaterra fundamentalmente, y de otros países europeos que eran nuestros compradores de la materia prima que producíamos en La Pampa y parte también en Carro Quemado, comenzamos a sufrir las consecuencias y a pagar los costos de la gran recesión. Pero a los problemas y causas externas, se agregaron nuestras propias dificultades que generaron una década de 1930, conocida en la literatura regional como la de los "años malos".
Entre esos problemas, dificultades e inconvenientes se puede citar sequías prolongadas, grandes y fuertes vientos que volaron la capa fértil del suelo de los campos. Los daños que producía la langosta en los sembrados, la intensas nevadas, la caída de ceniza volcánica producida el año 1932 que produjo gran mortandad de animales, sobre todo lanares.
La crisis se agravó y trajo como consecuencia un aumento de la desocupación y la pobreza. Fue la época en que algunos pequeños criadores perdieron la mayor parte de su capital. A veces no pudieron pagar los créditos que habían tomado en al Banco de la Nación en la sucursal Victorica y algunos terminaron en concurso de acreedores o en la quiebra. Esta gran depresión clausuró para siempre la idea de contar con una línea ferroviaria.
La Comisión de Fomento se ocupó de ayudar a las familias más numerosas en condición de pobreza, repartiendo entre ellas víveres y compartiendo el poco trabajo que generaba la propia Entidad, recurriendo a fijar normas de rotación de las cuadrillas, para que la mayoría de los hombres pudiesen cobrar algunos jornales en el mes que les permitiese obtener ingresos.
A fines de esa década ya se había construido el camino de la ruta nacional Nº 148 que partiendo del sur de General Acha, pasó por el paraje "El Durazno", y tomó rumbo hacia Victorica, con destino final hacia Villa Mercedes, provincia de San Luis. Carro Quemado quedó a pocos kilómetros de esta ruta, que fue un gran adelanto para solucionar el problema del aislamiento.
Por ella se conectarían hacia el sur con Toay y Santa Rosa y hacia el norte con Victorica y Telén hacia el oeste y con Loventuel y Luan Toro hacia el este. A partir de allí llegaran a la localidad los servicios de Colectivos que partían desde la ciudad capital, Santa Rosa y pasaban por Carro Quemado rumbo a Victorica y Telén.
Las propiedades se fueron subdividiendo como consecuencia de la ley de la herencia. Así sucedió con el campo "Carro Quemado" del pionero español Máximo García en primer lugar a la muerte de su esposa doña Fidela López el año 1921. Posteriormente y a partir de la muerte de don Máximo el año 1931 sucede lo mismo con el resto de las propiedades inmobiliarias en la zona de "El Durazno", campo denominado "El Fortín", en cuyo predio está situada la antigua laguna "trehua lauquen" (laguna de los perros), donde estuvo situado el "Fortín La Perra", en la época de la conquista del desierto.
Lo mismo sucedió con el de don Isidoro Orgales y otro tanto con el de don Antonio Ortíz Echagüe. Esta excesiva subdivisión llevó a que muchos herederos con familias numerosas, al no tener una unidad económica decidieran vender e irse de la zona.
Cuando llegó el Censo Nacional de Población del año 1947 dentro del ejido de Carro Quemado se censaron 829 habitantes en total, de los cuales 351 vivían en la planta urbana y los 478 restantes lo hacían en el ámbito rural.
La zafra lanera y las yerras todavía solían convocar mano de obra, lo mismo que la introducción de mejoras en las aguadas y alambrados. Pero a partir de la década de 1950 el proceso de inmigración interna se comienza a acelerar en La Pampa. En la crisis del treinta muchas familias se fueron a Buenos Aires, en la crisis del oeste por el corte del río Atuel, llegaron algunas pocas familias al pueblo, pero a principios de los años cincuenta muchos se fueron, algunas a Toay, otras a Santa Rosa, Victorica o General Pico, porque los jóvenes se iban en busca de trabajo e intentando mejorar su condición de vida.
También los motivos de salud o de educación secundaria para los hijos incidieron en la decisión de adquirir propiedades inmuebles en las ciudades o los pueblos más grandes cercanos, trasladando la familia y quedando en el campo el jefe de familia y algún hijo o peón. Actualmente con el pavimento de la denominada ruta de "la cría" Carro Quemado está conectada al resto de la zona , la provincia y el país entero, por esta vía moderna de transporte y contando además con los medios de comunicación modernos como el teléfono e incluso internet.
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