Posteriormente los economistas neoclásicos se opusieron a los “teóricos del equilibrio general”, sosteniendo que si bien es cierto que el precio depende de la oferta y la demanda, también lo es que las cantidades ofertadas y demandadas influyen en los precios.
Por otro lado discutieron también el concepto de precio de equilibrio, dado que este fue pensado “ceteris paribus”, es decir con el artilugio de modificar uno de los elementos intervinientes, mientras que a los demás se los consideraba inamovibles.
Es decir los clásicos hicieron su construcción teórica haciendo abstracción del tiempo. O sea se trata de un análisis estático y mecánico. Pero las cosas en la realidad, dijeron los que se les opusieron, cuando hacemos intervenir el factor tiempo, son absolutamente dinámicas.
El "desarrollismo" que gobernó la Argentina durante gobiernos civiles y militares inauguraba carnicerías estatales.
Además la competencia “perfecta” estaba pensada para productos idénticos cuyas unidades fueran intercambiables, debían operar asimismo gran cantidad de oferentes del mismo tamaño y gran cantidad de demandantes también del mismo tamaño. Y también se descontaba que todos los operadores del mercado contaban con la misma información para actuar racionalmente.
Como este caso es bastante raro, lo que los economistas neoclásicos descubrieron es que en realidad lo que existe constantemente es una competencia “imperfecta” y a lo sumo lo que se da en el largo plazo es una “tendencia hacia el equilibrio”. Pero el trayecto de un punto al otro de la curva es más bien una serie de situaciones de desequilibrio que benefician a uno u otro sector de los operadores del mercado.
Toda esta introducción es para acercarnos a la gran discusión en estos momentos en la Argentina por el precio de la carne vacuna.
Resulta que los argentinos tenemos una cultura alimentaria que nos viene desde muy lejos en nuestra historia, no sólo como hábitos de consumo, sino también como conducta refleja en la cocina y aún grabada en los genes, dado que nuestros abuelos, hicieron del consumo de carne vacuna uno de los platos preferidos en sus distintas modalidades: el popular asado, el bife de chorizo y la milanesa.
El tradicional asado al estilo argentino que tanto les gusta a los nacionales como a los extranjeros.
Como consecuencia del aumento del precio de la carne vacuna, el consumo promedio por habitante ha disminuido, desde enero a la fecha, un 19,3 %, lo que produjo el descenso desde 73,1 kilogramos a los 59 kilos que se consumirían actualmente.
Podemos comenzar diciendo que el aumento del precio se debe a una serie de causas que se han venido acumulando a lo largo de los últimos años. En primer lugar el corrimiento de la frontera agrícola a consecuencia de la gran difusión de un cultivo no tradicional y que se consume poco en Argentina, como es la soja.
Esto produjo una merma de la ganadería que fue desplazada hacia las zonas marginales, donde la receptividad es menor y donde el manejo es totalmente distinto a los campos mixtos o los campos de agricultura en los que hasta hace algunos años se venía haciendo ganadería.
Los problemas derivados de la intensa y prolongada sequía de 2008 y 2009 produce sus efectos negativos en el 2010 y se extenderá por algunos años más.
A ello debe sumarse una prolongada sequía que comenzó en 2007 y que hizo eclosión durante el 2009, que dejó sin pasturas naturales a los campos y sin posibilidad de sembrar pasturas a los productores, por falta de humedad en los suelos.
A estas dos causas debe sumársele una tercera que es la política gubernamental, dispuesta a defender “la mesa de los argentinos”, interviniendo en los mercados con medidas directas e indirectas para mantener los precios a la altura del bolsillo de los consumidores, sobre todo de clase media.
Esto ha producido una merma en la producción de carne afectando la cantidad ofertada en el mercado interno, dado que los exportadores prefieren vender en el mercado internacional donde los precios son superiores, sobre todo las toneladas de Cuota Hilton, que tiene un precio con un plus que lo hace sumamente atractivo.
Esta situación ha llevado a las autoridades de la Secretaría de Comercio de la Nación a extremar los controles de la carne que se está exportando y a tomar la medida de negociar con el sector de la industria frigorífica una especie de “precios sugeridos” para los diez cortes más populares.
Animales vacunos de la raza polled hereford criados en forma extensiva a puro campo, como es la forma traficional del productor argentino.
“Sectores exportadores estimaron que los precios aumentaron más del 40 % en menos de seis meses.
Los cortes vacunos a los que Moreno (el secretario de Comercio) fijó precios máximos son asado ($10,50), carne picada ($6,92), carnaza común ($7,65), falda ($5,18), vacío ($12,65), bife ancho ($11,80), cuadrada ($13,14), paleta ($10,68), entraña ($11,83), roast beef ($10,07), matambre ($13,12) y hueso con carne (42,98).
"Los precios de "referencia", que habrían sido notificados en forma "verbal", se aplicarán a reses de vaca o novillo de 350 a 400 kilos y ya habría acuerdo de los principales supermercadistas.”
Esto es lo que se publicó en los medios a fines de la semana pasada. Ayer fuimos a verificar los precios en la góndola de uno de los Supermercados más anónimos de la ciudad capital de La Pampa y nos encontramos con esta realidad.
CORTE PRECIO SUGERIDO PRECIO GONDOLA
1.- Matambre precio por Kg. 13,12 23,90
2.- Vacío precio por Kg. 12,65 18,90
3.- Cuadrada precio por Kg. 13,14 28,45
4.- Falda precio por Kg. 5,18 12,90
Como se puede apreciar existe una considerable diferencia todavía, a pesar que el Supermercado hace una promoción como Oferta del precio del matambre, que llegó a trepar a más de $ 30 por kilogramo las semanas anteriores.
El discutido Secretario de Comercio Guillermo Moreno acompañando a la Presidente Cristina Fernández de Kirchner en estos días.
Los economistas dicen que cuando suceden estos fenómenos de aumentos de precios de un bien o servicio, se produce por parte de los consumidores un “efecto sustitución”, el que consiste en pasarse a un producto similar de menor precio.
Digamos que el argentino medio, dada las sucesivas crisis de la ganadería en los últimos décadas comenzó a agregar a la dieta el consumo de pollo, lo que produjo en el país el desarrollo de la actividad avícola.
Pero veamos qué precios tienen los cortes del pollo en la góndola del mismo Supermercado al día de ayer:
1.- Pollo común fresco precio por Kg. $ 9,40
2.- Pollo enfriado el Kg. $ 10,90
3.- Cuarto trasero el Kg. $ 13,90
4.- Muslo el Kg. $ 16,90
5.- Pechuga el Kg. $ 19,90
En toda fiesta campestre no falta el asado de vaca en su versión de a la parrilla y ensartado en el conocido "asador".
Por muchas razones, que no voy a comentar in extenso, los argentinos en general consumimos poco pescado, pero aún aquellos que lo han incorporado a su dieta una o dos veces por semana pueden adquirir en el mismo Supermercado a estos precios al día de ayer.
1.- Filet de lenguado el kg. $ 49,00
2.- Filet de merluza sin espina el Kg. $ 39,70
3.- Filet de mero el kg. $ 33,90
4.- Filet de merluza poca espina el Kg. $ 30,70
Estos precios nos hace volver la mirada nuevamente hacia la tan apreciada por las “amas de casa” carne vacuna, que tiene la ventaja de su fácil y sobre todo rápida preparación. Un bife a la plancha o una costeleta, no necesita de tanta preparación como el pescado o el pollo, que además tiene algunas presas de poco rendimiento.
La industria frigorífica cada vez que tiene dificultades con la rentabilidad por el motivo que fuere, amenaza con despidos de personal, reducción de jornadas y horas extras, como forma de coaccionar para conseguir medidas del gobierno.
Las noticias dicen que el stock de ganado vacuno argentino ha disminuido desde 57,7 millones de cabezas a alrededor de 52 millones el año 2009. Pero lo más preocupante es la gran matanza de hembras que eran madres o iban a ser futuras madres y que fueron sacrificadas, dado que el consumidor medio prefiere la carne tierna de animal joven. Distinto al consumidor del exterior donde se aprecia más la carne de novillo pesado y están acostumbrados a consumir carne producida en "feed lots".
Lo altamente preocupante de esta matanza de vientres es que la escasez de carne se prolongará durante algunos años y consecuentemente es razonable esperar que los precios en el mostrador no bajen, más allá de rasurar alguna “crema” que se le haya agregado por efectos especulativos, que en los mercados "enrarecidos" siempre los hay.
Pero el tema no tiene solución para todos los sectores por otras cuestiones vinculadas, la clase media venida a menos está acostumbrada a consumir los cortes “premiun” que no está en la lista corta de “precios sugeridos” (a los que algunos denominan máximos) por ejemplo el peceto quien lo quiera poner en la cacerola lo debe pagar a razón de $ 30,90.
El costillar no se exporta, pero aún así su precio también cuando hay escasez de oferta suele subir a precios que hacen dejar fuera de uso a las parrilas caseras.
El otro aspecto, es que en la Argentina desde el estallido del 2001 hay muchos pobres e indigentes, los que se habían reducido, pero dado la aparición de la persistente inflación y del ceso de creación de nuevos empleos, han visto mermar el poder adquisitivo de sus salarios. Y quienes más se perjudican son aquellos sectores que aún lo perciben “en negro”, (aproximadamente un 40 % de la población económicamente activa).
Estos sectores, consumidores del osobuco, si quieren hacer un puchero tienen que estar dispuesto a pagarlo $ 14,90 el kilo.
Y por último, para cerrar esta nota, aunque no sea éste el único aspecto que falta hacer referencia, el desempleo, el “trabajo en negro”, la dependencia de un “subsidio” de valor desactualizado y la caída del poder adquisitivo de los salarios el último año, hacen más complejo aún el tema.
La última medición para la Canasta Básica Total para una familia tipo, medida por el devaluado INDEC, se fijó en $ 1.131,30 mensuales. Quién perciba un ingreso inferior a este monto se considera familia pobre. En tanto que la denominada Canasta Básica Alimentaria también para una familia tipo (dos cónyuges y dos hijos) se estableció en $ 515,59, quien esté percibiendo ingresos por debajo de ese monto es un indigente.
El anteúltimo eslabón de la cadena de intermediación entre el productor y el consumidor, el carnicero de barrio o de pueblo, suele ser una víctima más de las disputas entre los sectores oligopólicos y los gobiernos de turno.
No sabemos aún cómo terminará esta política de querer equilibrar las exportaciones, la producción y los precios al consumidor, pero mientras haya un “diálogo de sordos” entre los representantes de los productores, los intermediarios de la carne, la industria frigorífica y el Gobierno Nacional, será muy difícil que con medidas unilaterales de uno u otro lado se logre una solución satisfactoria.
La política de precios máximos nunca dio resultados en el mediano y largo plazo y la política de lock out empresario que produce desabastecimiento en la población, tampoco logra beneficios para el productor ganadero de la zona de cría, que es la “gallina de los huevos de oro”. La historia económica de la Argentina dice que una vez que los precios subieron en la carnicería o en el supermercado, lo único que baja después, es la carne del gancho.
El boicot del consumidor lo pueden hacer algunos sectores, pero siempre dura corto tiempo y tampoco logra grandes reajustes a la baja de los precios. Los argentinos, todos, gobernantes, productores, comerciantes, industriales, exportadores y consumidores estamos acostumbrados a conseguir resultados en el corto plazo y eso conspira con cualquier estrategia que quiera domesticar los precios al bolsillo flaco de los sectores más vulnerables.
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