Después que fueron desalojados del
bosque de caldén los ranqueles y despojados de las tierras donde habían vivido
con sus ancestros, comenzó el proceso de fortificación para facilitar
posteriormente la colonización, dado el fracaso de la estrategia de la zanja de Alsina.
Lo primero que hace el Coronel Ernesto
Rodríguez en su entrada al noroeste del Territorio es crear el Fortín Resina,
en febrero de 1882, en la laguna Ichohué, donde acampó con sus tropas. El Regimiento 10 de Caballería que comandaba y el
9 de Infantería a cargo del segundo comandante el Coronel Sócrates Anaya.
Las vías de comunicación en ese momento
eran las antiguas rastrilladas, las principales y auxiliares que habían
utilizado los aborígenes para ir de una zona a la otra y de una región a las
otras con sus familias, sus lanceros y sus arreos.
Las rastrilladas unían lagunas, arroyos,
surgentes y jahueles con agua, elemento imprescindible en la travesía desde el
este de la pampa húmeda (provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe, Sur de
Córdoba), hasta alcanzar los ríos Chadileuvú y Atuel en el extremo oeste, después
de salir del bosque de caldén.
En esos guadales y extensos medanales,
cuando arreciaba la sequía era fundamental contar con lugares donde
reaprovisionarse de agua. Los aborígenes inventaron las “tinajeras”, para eso
eligieron los más grandes y antiguos caldenes o algarrobos, les ahuecaban el
centro del tronco, construyendo un gran recipiente vivo en el que se almacenaba
el agua de lluvia.
Alrededor de los fortines se establecieron los primeros comerciantes que se habían animado a acompañar al Ejército como proveedores.
Las tropas del Ejército vinieron desde
el Fuerte Sarmiento en los alrededores de Río Cuarto provincia de Córboba y
desde el Fuerte de Villa Mercedes, provincia de San Luis. A las tropas del
ejército regular, con soldados rasos, que eran antiguos gauchos con experiencias
diversas, se sumó la gente del cacique ranquel Ramón Cabral, de oficio platero,
que hicieron de baquianos.
Dice el coronel Lucio V. Mansilla en su conocido
libro(1): “…De Leubucó arrancan caminos, grandes
rastrilladas por todas partes. Allí es la estación central. Salen caminos para
las tolderías de Ramón en los montes de Carrilobo, hacia las del cacique
Baigorrita, situadas a las orillas de Quenque, para las tolderías de Calfucurá
en Salinas Grandes y hacia la cordillera y las tribus mapuches…”
Mensajería volcada en el trayecto entre Victorica y Telén. Foto publicada por el diario La Capital. Registro del fotógrafo alemán don Bernardo Graff
“Desde Villa Mercedes –ciudad que fue en cierto modo la génesis
victoriquense- hasta el naciente pueblito circulaba por aquellos años la famosa
galera “La Puntana”, cuya característica era el anuncio de llegada al poblado
mediante un agudo toque de clarín.
Pocos años después también comenzó a llegar hasta Victorica la galera de
Vallée. Venía desde Santa Rosa siguiendo en parte también un camino de indios
que pasaba por Calchahué, Anquilobo y Ojos de Agua. Es de recordar que algunas
zonas en ese tránsito, como es el caso de Toay y Santa Rosa, se encontraban
pobladas y obraban como centro de atracción para quienes inmigraban
internamente desde mucho antes de la fundación oficial de los pueblos que hoy
designan”.
Una de esas empresas de Galeras pertenecía a Juan Jorge Vallée, denominada
“La Parejera” que hacía el trayecto partiendo desde Pigüe y pasando por Puan,
Mari Manuel, Hucal, llegando a General Acha capital del Territorio de la Pampa
Central. Lo sucedió en la administración de la empresa su hijo Enrique Vallée
quien falleció joven a los treinta años en 1901. A su hijo Jorge Enrique Tomás
Santiago Vallée le toca ver el ocaso de la empresa como consecuencia de la
aparición del ferrocarril.
Era toda una odisea esos largos y agotadores viajes que se hacían
descansando en los boliches de campaña o pequeños almacenes de ramos generales
que se fueron instalando en el sector rural cuando el peligro y el riesgo de
indios rebeldes, de asaltantes o de cuatreros fue aminorando.
Los carruajes eran amplios para permitir el traslado de varios pasajeros.
Se llevaban armas para custodiar el desplazamiento por esos años. La velocidad
promedio era en las mejores épocas en la provincia de Buenos Aires de 80
kilómetros por día, pero en La Pampa Central el desplazamiento era mucho más
lento.
Para el transporte de mercaderías se utilizaban grandes carros de ruedas
altas, tiradas por mulas o bueyes al principio y después por algunos caballos.
La caravana de carros hacían los trayectos desde Trenque Lauquen a Victorica,
desde Villa Mercedes a Victorica y desde el Oeste en la región del río Salado
hasta Victorica. Traían mercaderías y llevaban lanas y cueros hacia las puntos
de rieles de las primeras líneas ferroviarias que entraron al Territorio.
En el noroeste se recuerdan los carros de Peñaloza, de la familia Garraza y
de la familia de Manuel Gatica. También tenían carros los hermanos Fermín y Ceferino Huarte.
Después de las Mensajerías que prestaron sus servicios durante la primera
década y media, hizo su aparición en el Territorio Nacional de la Pampa
Central, el ferrocarril. La primera línea que ingreso a nuestro Territorio vino
desde el sureste, precisamente desde el puerto de Bahía Blanca.
Como se puede observar en la leyenda inscripta en el vagón, esta era la línea del Ferro Carril de Buenos Aires al Pacífico. Todavía se encuentran en algunas localidades postes de hierro con esa inscripción
El año 1.891 se habilitó el ramal que unía Nueva Roma (provincia de Buenos
Aires) con Bernasconi, el tercer pueblo de La Pampa, fundado el año 1888 por
los colonos. El 20 de julio del año 1897 recién arribó a Toay la línea de
Buenos Aires al Pacífico, que debía continuar rumbo a Victorica para alcanzar
como destino final Rio Cuarto en la provincia de Córdoba, pasando previamente
por Villa Mercedes provincia de San Luis.
Pero, se interpuso la primera guerra europea que comenzó en 1914 y terminó
en 1919 y eso motivó la paralización de las inversiones en el camino de hierro,
que debía atravesar el Territorio Nacional de La Pampa Central en varios
sentidos y con distintos proyectos comerciales en busca de las cargas para
llevarlas al puerto de Bahía Blanca o al de Buenos Aires.
A Victorica llegó la línea del Ferrocarril del Oeste. Fue la prolongación
de la línea que había avanzado hasta Trenque Lauquen. El arribo del primer tren
se produjo un 25 de mayo del año 1908 para júbilo y beneplácito de la comunidad
toda y particularmente de los empresarios agropecuarios, comerciantes e
industriales. Esta línea partía de la estación 11 de setiembre en Buenos Aires
y llegó a Telén como estación terminal del recorrido, que en su tramo final fue
sembrando pueblos. General Pico en 1905, antes Loventuel en 1904, después Luan
Toro y Eduardo Castex en 1908.
En el año 1911 hubo varias solicitudes de autorización para construir
"caminos de hierro" que permitiesen el desplazamiento de este importante medio de
transporte. Entre ellas una que saliendo de La Zanja, en la provincia de Buenos
Aires, pasaría por los alrededores de Winifreda, tomando rumbo luego hacia
Victorica, y de allí enfilar hacia el suroeste, pasando por El Árbol de la
Esperanza, Puelén para arribar a la Colonia 25 de Mayo, sobre el río Colorado.
De haberse concretado este proyecto Victorica hubiese sido un nudo
ferroviario con dos conexiones y si se hubiese llevado a cabo la prolongación
desde Toay del Ferrocarril del Sud, hubiesen sido tres líneas.
Pero cuando terminó la Gran Guerra y se reinició el comercio internacional
de exportaciones de productos primarios del agro pampeano y las importaciones
de tecnologías y bienes industrializados en general desde Europa y
fundamentalmente de Inglaterra y Francia, en la amplia zona de Victorica
apareció un nuevo actor del transporte, el automotor.
Aviso publicado en el periódico "El Heraldo" de Victorica en el mes de julio del año 1920, el editor responsable era el español don Juan Giménez
El primer comercio que vende automotores es el Almacén de Ramos Generales de Juan J. Llorens, J. Antich y
Cía. con casa central en Trenque Lauquen y establecido en Victorica el año 1885. Este comercio estaba situado en la esquina de la plaza, en diagonal a la Iglesia. Tenía un terreno de 50 por 100 metros, en los que se habían construido galpones para almacenamiento y en ellos se instaló el taller de servicio y reparaciones de los automóviles, al frente del cual estaba el italiano don Roberto Pagella.
Los primeros automóviles que llegaron a Victorica fueron tres vehículos del tipo familiar de la marca Ford vendidos por la firma Llorens.
A partir de la aparición de los automotores se produjo una demanda derivada, por un lado la provisión de combustibles y aceites. En los primeros tiempos la nafta se vendía en latas. Por otro lado los repuestos. Además este nuevo actor en los transportes produjo la aparición de los talleres mecánicos destinados a ellos. También ejerció presión para el mantenimiento de las calles en condiciones de transitabilidad y sobre todo los caminos vecinales entre las chacras vecinas, dado que las espinas del bosque de caldén hacían estragos en los neumáticos. No era nada fácil emparchar e inflar una goma en medio del arenal.
En este aviso aparecido en el periódico El Heraldo, la casa Viniegra Hermanos promueve la venta incluyendo los precios de los automòviles que ofrece, con un texto muy creativo
Otra de las firmas que ingresaron al negocio de la venta de automotores en la zona fue Viniegra Hnos.
Don Lucas Viniegra había sido el iniciador de esta dinastía. Se estableció en la campaña con un comercio de Ramos Generales el año 1887, cuando el Ejército dejó la localidad para regresar a sus cuarteles. Este español, años después adquirió un cuarto de manzana a una cuadra de la plaza, donde el año 1901 comenzó a construir el edificio propio.
Con los años también se dedicó a la venta de automotores de otra marca, dado que la reconocida mundialmente Ford, había sido concesionada al competidor Llorens. Actualmente el edificio en el que funcionó esta empresa, que tuvo además venta de combustible y aceites para automóviles, es de la Cooperativa de Electricidad de Victorica.
Recorte periodístico con aviso publicado en la década de 1920 en Victorica en El Heraldo
Por otro lado la aparición no solo del automòvil familiar sino también de los primeros camiones, trajo aparejada la necesidad de contar con caminos en condiciones para poder desplazarse, dado que las huellas encajonadas por los que pasaban los altos carros, no eran aptos para estos vehículos bajos que cuando había agua en el camino se mojaba el distribuidor y se paraba en medio de las lagunas.
La apertura de los primeros caminos fue iniciativa de los municipios. Aunque había uno que por la ley Mitre se había construido paralelo a la línea del Ferrocarril del Oeste que conectaba a Victorica, con Loventue, Luan Toro, Rucanelo, Conhello, Eduardo Castex y General Pico.
Es por esa razón que hasta que no se abrió por parte de Vialidad Nacional la ruta Nº 148 que se inició en las cercanías de General Acha, pasó por Victorica y continuó rumbo a Villa Mercedes, la primera población pampeana estuvo más conectada con la zona de General Pico que con la segunda Capital del Territorio que a partir de 1901 era Santa Rosa.
Bibliografía Consultada
Diaz Zorita, Milna Marini de "El avance de la frontera. Vías de circulación: las rastrilladas" Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa, editado año 1979
Mansilla, Lucio V. "Una excursión a los indios ranqueles", editorial Kapelusz, Buenos Aires, novbre. 1966
Cazenave, Walter "Album del Centenario. Victorica 1882-1982" publicado el 12 de febrero de 1982 por Efebe Ediciones.
100 Años Bernasconi 1888-1988. Revista Editada por la Dirección de Prensa de La Pampa marzo de 1988
1889-Centenario de Jacinto Arauz-1989 Revista Coordinada por Yolanda V. Miguel
Biblioteca Popular Bartolomé Mitre de Victorica, colección de periódicos regionales
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