En la Villa de Iscar,
provincia de Valladolid, de la España de la época de las guerras Carlistas,
nació el 18 de Noviembre del año 1844, siendo el cuarto hijo de Balbino García y Mariana Arévalo, el niño varón al
que registraron y bautizaron como Máximo.
Quedó huérfano de padre, a la
corta edad de dos años. Su hermano Macario cuatro años mayor, se convirtió
después en fotógrafo, logrando prestigio,
el que transmitió a su hijo Cándido quien adquirió fama en Llanes. Es muy
probable que con él haya aprendido los primeros pasos de esta profesión, la que
ejerció en Dolores en los primeros tiempos de su arribo. El sello con el que
identificaba sus fotos dice: “El Candado”, Máximo García, Dolores.
Antes de cumplir los veinte años, el joven Máximo
tomó la decisión de emigrar hacia América del Sur, probablemente pensando que
por la ley de “mayorazgo” no tenía perspectivas de heredar nada, evitando
asimismo ser incorporado al servicio militar obligatorio de cuatro años en aquella época de la convulsionada Europa.
Eligió la República Argentina, donde además de la facilidad del
idioma, se estaban ofreciendo condiciones muy beneficiosas para los colonos, en
las nuevas tierras que se iban incorporando con el avance de la frontera
interior hacia el oeste. Vale recordar que la Zanja de Alsina se comenzó a
construir en 1876, entre Nueva Roma, sur de la provincia de Buenos Aires y
concluyó un año después en Italó, al sur de la provincia de Córdoba.
Tenemos constancia del
registro de su arribo a la Argentina, procedente de Montevideo (Uruguay) el 22 de
agosto del año 1862 en el vapor Libertad.
Sabemos además, por medio del genealogista Rubén Gómez Luna, que fue empleado en la Confitería del español don Evaristo Ysequilla en el pueblo de Balcarce en la provincia de Buenos Aires, aprendiendo allí el oficio de masitero. Ysequilla había llegado a la Argentina el año 1868, mucho después se estableció en General Acha el año 1885, abriendo un Almacén de Ramos Generales al que denominó “Bella Vista”.
El primer documento, al que hemos
tenido acceso, de Máximo García, es el boleto de señal, fechado el año 1877,
que fue obtenido en el Partido La Lobería en la provincia de Buenos Aires,
junto con un permiso para utilizar dicha señal en hacienda lanar de su
propiedad.
Dos años después, contrae
matrimonio con la joven argentina nativa de la ciudad de Dolores, provincia de Buenos Aires, Fidela López Álvarez, de veinticuatro
años, hija de Pascual López-Acosta y Fidela Álvarez-López Camelo, en el momento en que Máximo había alcanzado los treinta y cuatro. Fueron
testigos de ese matrimonio los ciudadanos españoles Evaristo Ysequilla, su
primer patrón y don Rafael Cabot.
El casamiento está registrado
en Balcarce, lugar donde un año después nacería su primer hijo, al que bautizan
con los nombres de Salustiano Balbino, en homenaje al padre español. Al año
siguiente nació en la misma ciudad su primera hija, a quien le imponen el
nombre Felisa.
El año 1883 bautizan al
tercer hijo, a quien registraron en el pueblo de Benito Juárez, provincia de
Buenos Aires, bajo el nombre de Vicente Pascual García, quien, mucho después,
será uno de los integrantes de la Comisión Promotora de la fundación de Carro
Quemado (La Pampa). En el Censo Nacional de 1869 la población, de Benito Juárez, totalmente rural, fue de
1.610 habitantes. El año 1878 el último malón indígena, la deja prácticamente desbastada.
Según datos aportados por
Gómez Luna, en el año 1882 don Máximo García era el Encargado del campo del
señor Manuel M. Faramiñan, en ese Partido de Benito Juárez, siendo lindero del
señor Modesto Gómez Mentasty.
El 10 de diciembre de 1874 la
joven Fidela López, probablemente vio llegar a la Estación de Dolores por
primera vez el Ferrocarril del Sud. En cambio don Máximo recién pudo observarlo
llegar a Benito Juárez el año 1885.
Como el clima y la vegetación
del lugar eran húmedos, las esposas de Gómez Mentasty y García sufrían de asma
y alergias, por lo cual el médico les aconsejó que si querían dejar de padecer,
buscasen una zona con clima más seco como La Pampa Central.
Es por eso que, el año mismo
que llegaba el adelanto del ferrocarril a Benito Juárez, don Máximo García adquiere
una legua de campo designado como lote 3, fracción A de la sección VIII, en el
norte del Territorio Nacional de La Pampa Central. Pero que, cuando se
terminaron las mensuras, a que obligó la ley nacional 1532, que bajó el
paralelo 35 al 36, resultó que ese lote pertenecía a la jurisdicción de la
provincia de San Luis.
Don Modesto Gómez Mentasty
adquirió dos parcelas de 2.500 hectáreas cada una, y don Ramón Galíndez, que
había sido el encargado del campo de Gómez, en Benito Juárez, adquirió la
restante del mismo lote.
Gómez Mentasty le puso a su
campo “El Descanso”, porque allí hacía su parada la mensajería, que procedente
desde General Acha, iba con rumbo a Villa Mercedes (San Luis), parando en el
boliche “Trapales”. Don Galíndez, un antiguo correligionario de Bartolomé
Mitre, bautizó el suyo con el nombre “La Esperanza” como augurio, en tanto que
García le impuso al suyo “La Porteña” por la región de procedencia de su esposa.
En 1887 don Máximo renueva su
boleto de señal en Lobería y luego procede a solicitar guía de campaña para
trasladar desde Benito Juárez con destino al Fortín Victorica, la cantidad de
5.700 lanares, 100 vacunos y además 100 yeguarizos. Efectivamente en 1887 las
tropas que habían fundado Victorica en el antiguo fortín Resina, todavía permanecían
allí, haciendo la vigilancia de policía en toda la zona, pero ya estaban
haciendo los aprestos para volver a los cuarteles. El arreo duró varias semanas
utilizando seguramente las antiguas rastrilladas en el Territorio Nacional de
La Pampa Central, que habían servido a los aborígenes y algunos tramos de la
vieja zanja de Alsina.
Generalmente en una tropa de
esa cantidad de animales eran muchas las personas que se ocupaban. Troperos y
arrieros con experiencia, rastreadores avezados y baquianos de la zona oeste de
la provincia de Buenos Aires. Del Territorio
de La Pampa casi no había mapas de detalle, excepto los croquis militares. Don
Máximo preparó el convoy compuesto de sus carros tirados con mulas, el sulky
con capota y los mejores caballos para la travesía.
Doña Fidela se ocupó de
preparar los baúles, los utensilios para cocinar y las provisiones para el
viaje con sus cuatro hijos.
En 1886 antes de partir rumbo
a La Pampa Central, la familia se incrementó con la llegada de María Eulalia,
en tanto que un año después de estar instalada en el campo pampeano, doña
Fidela, decide ponerle su propio nombre a la nueva hija, que será la primera
que nace en la estancia “La Porteña”.
Don Máximo y sus amigos Gómez
Mentasty, Galíndez y otros productores del sur de San Luis fueron grandes
productores de lana. Dicho producto era transportado desde sus campos en
grandes carros tirados por mulas y algunos bueyes hasta llegar a donde estaban
los acopiadores en Victorica.
En el año 1885 se había
instalado una sucursal del Almacén de Ramos Generales que tenía el español don
Juan Llorens en Trenque Lauquen, con quien se conectó don Máximo y sus amigos
para comercializar las lanas, cueros y cerdas. El recorrido se hacía utilizando
las antiguas huellas de las rastrilladas de los ranqueles, que conectaban esa
región.
Todo fue bien hasta que el
inglés Alberto Eduardo Sidebottom alambró su campo “La Isabel” de 7.500
hectáreas y echó candado a las tranqueras, impidiendo de esa forma el libre
paso de los vecinos con sus medios de transporte y sus tropas, tal cual exigía
el Código Rural de la provincia de Buenos Aires, que regía para el Territorio
Nacional de La Pampa Central en ese entonces.
Inmediatamente se desatan
los reclamos de los perjudicados ante las autoridades locales y territoriales.
En Victorica para el año 1894 ya estaba al frente del municipio el francés don
Alfonso Capdeville, quien había llegado al lugar representando a la "Ganadera Nacional S.A.", propietarias de las tierras en que erróneamente se había fundado el Fortín Victorica, en tanto
que en la Gobernación estaba el General Eduardo Pico.
La nota denunciando la
insoportable situación se presentó en 1895, en la que se dejaba constancia que
los vecinos tenían que dar vueltas por caminos guadalosos rodeados de bosques
impenetrables, que alargaba el trayecto en hasta 16 leguas.
Entre los vecinos que la
suscriben se reconocen las firmas de Máximo García, Modesto Gómez, Juan M.
Gómez, Fermín Huarte, Antonio Llorens, Antonio Casals, Isidro Reale, José
Pérez, Gregorio Tabares, Salvador Villegas, Benito de Andrés, Juan Sosa y un
señor de apellido Pino.
El Intendente de Victorica, -Alfonso Capdeville-
ordena por nota a Sidebottom, un ex capitán del ejército inglés, que abra las
tranqueras frente a Trapales, para franquear el paso a los reclamantes. Pero el
inglés tozudo, continúa con sus tranqueras aseguradas con gruesas cadenas y
candados con llave.
A mediados de marzo del año
1898 el Comisario de Victorica, informa a sus superiores de la Gobernación, que
don Máximo García ha sido herido de bala en una discusión por el tema de las
tranqueras por el propietario del campo “La Isabel”, don Alberto Sidebottom.
Probablemente estas
discusiones y altercados influyeron en el ánimo de don Máximo de cambiar la
ubicación de su propiedad, para evitar males mayores. Es por eso que en 1895 ya
arrienda en la zona de Liu Carreta, Al sur de Victorica, donde a partir del año
1897 comienza a comprar una legua y al año siguiente otra, campo al que
denomina en castellano “Carro Quemado”.
En ese nuevo predio es donde
Máximo García se dedica además de la ganadería, al cultivo de alfalfa, con cuya
semilla obtendrá dos importantísimos premios cuando la Argentina festejaba su
primer centenario. Para esa tarea el año 1904 compró una trilladora, con la que
disputó una carrera al francés Armando Lernoud, el propietario de “La Morocha”,
quien había adquirido también una máquina nueva. La de García salió de la
estación de Santa Rosa, mientras que la de Lernoud lo hizo de la estación de
Toay. Hubo apuestas sobre quien llegaba primero al campo con la trilladora.
Ganó don Máximo García y su
gente, demostrando que las huellas eran aptas para el desplazamiento de estas
máquinas. Se reunieron en el campo para festejar con champan. Se intercambian
los premios como sombreros, pañuelos y otros regalos, con la alegría de haber
llegado sanos y salvos y con el tren de trilladora en perfectas condiciones.
La selección de la semilla,
la preparación de la tierra y las lluvias propicias, fueron dando sus buenos
frutos. Efectivamente en 1910 la Bolsa de Cereales le otorga medalla de oro por
semilla de alfalfa, en tanto que la Sociedad Rural, en la misma ocasión le
concede diploma con medalla de plata, por otro lote de semilla de alfalfa. En
ese momento ya era un experimentado pionero del campo pampeano con éxitos
concretos, cuando Capdeville ya se había ausentado de Telén rumbo al Sosneado,
en Mendoza. Don Jaime W. Molins dice en su libro que el año 1909 el Ministerio
de Agricultura ya había concedido un premio a la semilla de alfalfa enviada a
la exposición por el incansable Máximo García y que en 1913, la Bolsa de
Cereales le otorgó otro premio.
Pero además el año 1911 en la
Exposición Internación de Torino (Italia) la semilla de alfalfa enviada por
Máximo García es galardonada con medalla de oro.
Por otra parte, en nota del
diario La Capital del año 1935, el periodista escribe que García había obtenido
además un premio en San Francisco (Estados Unidos) por semilla de alfalfa.
Yolanda Rodríguez Huarte, una
de las bisnietas de don Máximo, sostiene que muchos años después se cumplió la
premonición que le hizo don Máximo García al encargado del campo de Sidebottom,
el señor William Young, escoces. “Algún día esta discordia se terminará y
nuestros nietos se van a casar”. Efectivamente un bisnieto de García se casó
con una nieta del señor Young.
Pero además don Máximo se dio
el gusto de adquirir, mediante un testaferro el campo “La Isabel” cuando se
vendió en Buenos Aires después del proceso sucesorio a mediados de la década de
1920.
Con los ahorros, producto de
los “años buenos”, pudo comprar 15.000 hectáreas más de campo al sur del paraje
“El Durazno”, en la zona del bajo “El
Carbón”. Los nuevos establecimientos fueron denominados “La Porteña” y “El
Fortín”, en cuyo predio existió el “Fortín La Perra” y aún está la laguna
“trehua lauquen”.
García fue también Concejal en
Victorica en el periodo 1912 a 1913. Antes que llegara el Ferrocarril y el
Banco de la Nación, sus ahorros los depositaba en la casa Llorens, Antich y
Cía.
Su casa de familia, donde se
hacían sesiones de espiritismo, religión que profesaba, está situada en la
esquina de la plaza, frente a la Iglesia Parroquial y enfrente del antiguo
Almacén de su gran amigo Juan Llorens. Después de su muerte la adquirió don
Gaudencio Pablo, un español que fue uno de los gerentes de la casa Llorens.
Lamentablemente este edificio histórico, por un litigio de medianera, donde se
iba a construir un Centro Cultural para Victorica, está en alto riesgo de
destrucción total.
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