Primera Nota.
Victorica era, en la última década del siglo XIX, un pueblo de frontera, situado al sur de la provincia de San Luis, cerca de la laguna de Leuvucó. El ejército fundador se había retirado a sus acantonamientos naturales (Córdoba y San Luis) en 1.887, de modo que a las autoridades del territorio, con asiento en General Acha, la capital por aquellos años, les tocó organizar la vigilancia de estos amplios espacios de La Pampa Central, en procura de garantizar la seguridad de las haciendas y la vida de las personas, que lentamente iban ocupando el antiguo territorio aborigen.
Por otro lado había que controlar el delito y tratar de hacer cumplir las leyes nacionales en vigencia, con escasos recursos, un extenso territorio que recorrer a caballo, en busca de cuatreros, riñas y peleas de todo calibre, en los innumerables boliches, fondas o almacenes con despacho de bebida al mostrador, de los centros poblados y en la zona rural.
Violencia, delincuencia y trifulcas habían existido desde el origen de la fundación. De modo que la vida y la muerte siempre estuvieron mezcladas estrechamente en la primera población pampeana, desde el Combate de Cochicó en agosto de 1.882. Hasta que a finales de la década del 90 hacen eclosión los enfrentamientos políticos pueblerinos con hechos de sangre incluso, que producen un quiebre en el desarrollo de Victorica y de la Pampa Central, dado que los sucesos tuvieron repercusión nacional con dos muertos y doce heridos, uno de los cuales fallece posteriormente.
1.- Desde 1.887 y hasta 1.899.-
Era común que la ingesta de alcohol produjese en ciertas ocasiones escándalos. De manera que los delitos por ebriedad que eran la causa, iban acompañados por otros delitos derivados como robos, hurtos, rapto, ataques personales con arma blanca o con arma de fuego, cuando estas comenzaron a proliferar.
El juego clandestino y los prostíbulos eran también ocasiones o lugares donde se desataban conflictos que demandaba la intervención de la policía, que algunas veces se vio envuelta en denuncias por haber participado de las mismas actividades que debía reprimir, haciendo la “vista gorda” o siendo consumidor asiduo de estas diversiones en forma “gratuita”. Es que los sueldos no se cobraban mensualmente, sino que a veces hasta vencidos tres o cuatro meses, recién llegaba la paga.
De modo que la policía (Guardia Nacional) tenía bastante tarea, a la que se agregaban aquellas otras especiales como informantes, auxiliares de la justicia y empleados públicos del gobierno nacional, colaborando en los censos agrícolas o de educación.
En aquella década, las personas para poder ser identificadas debían exhibir, el certificado de nacimiento o la Fe de Bautismo, si había nacido antes de 1871de entrada en vigencia del Código Civil.
Por eso en ciertas ocasiones se informaba como este Comisario, que puso “preso a Bernardo Silva, oriental de 22 años, jornalero, domiciliado en Río Salado, paraje “El Tordillo”, por no tener papeleta.”(Del libro copiador 27-7-1894). La papeleta era justamente esa hoja de papel donde constaban los datos personales, sin foto, que se gastaba, rompía o extraviaba muy fácilmente, por lo que había muchos indocumentados.
Ante tan desproporcionada tarea y escasez de personal, el comisario encargado del Séptimo Departamento (cuya capital era Victorica) le escribe al superior proponiéndole una idea: “...pido al Sr. Jefe se sirva pasarme una nómina de los guardias nacionales que se han desertado, detallando sus nombres y domicilio para hacerlos aprehender. Con motivo que el personal de Policía que tengo es demasiado reducido creo sería conveniente formar Comisiones de los mismos guardias nacionales que se van presentando para tomar a los que no ovedecen (sic) las órdenes. Dios guarde a Ud. Daniel Islas.” (Del libro copiador de la Comisaría de Victorica, folio 54 fechada el 26/3/1898)
A veces las complicaciones presupuestarias eran realmente significativas, lo que ponía a los comisarios en disyuntivas no simples de resolver, dado que no era fácil tener “fiado” en los comercios locales.
“La Municipalidad retira la ración para los presos” (informe del Comisario que consta en los folios 49 y 50 del 18/2/1898), se puede leer en el libro copiador. Medida de las autoridades municipales, que tratan también de ordenar sus finanzas desacomodadas por situaciones propias (a fines del año anterior el Concejo había dispuesto suprimir la subvención al médico municipal), le lleva a la autoridad policial a preguntar a sus superiores “si seguirán dando el diario (1) a los presos para saber si tendría que ponerlos a disposición de la Comuna.”
Como se puede inferir por la aplicación de penas, era costumbre que los presos que no tuviesen dinero para pagar sus multas para liberarse, se vieran obligados a realizar trabajos públicos para la Municipalidad de Victorica, que era también una forma de compensar el gasto que ésta realizaba al pagarle su manutención, mientras estaban cumpliendo la condena, vía subsidio a la Comisaría local.
Al parecer la aplicación de penas era una decisión que se realizaba según una escala bastante subjetiva y elástica, dado que no existía todavía ningún Reglamento Policial en vigencia y en ésa época algún Juez de Paz tenía más poder político que ciertos Presidentes de Comisión de Fomento.
Los trabajos públicos a los que se veían forzados los inculpados eran en sustitución de la multa en dinero que les fijaba la autoridad judicial, aunque en algunos casos queda la duda si esta era una alternativa real a disposición de los reos.
Los citados trabajos públicos, en los que se empleaban presos, eran generalmente cortar yuyos de las calles y veredas, podar, limpieza del cementerio y por supuesto limpiar caballerizas y dependencias en la comisaría, cortar leña, palear tierra negra, etc.
El crecimiento de la actividad económica.
Victorica y su amplia zona de influencia con jurisdicción en lo que era el 7º Departamento, con una geografía de aproximadamente 10.000 kilómetros cuadrados, como toda La Pampa, (que estaba dividida en sólo 9 Departamentos por ese entonces) desde su fundación hasta fines del 90 tuvieron un crecimiento de su actividad económica muy importante.
De allí hacia el Oeste no existía autoridad administrativa ni política alguna, pero es en esa zona donde se encuentra justo la confluencia de los ríos Atuel y Salado, en cuyos campos de alrededor se desarrollaron las grandes majadas de aquellos años.
En esta década se da la explosión del stock de la ganadería ovina, dado que de 1,674 millones de cabezas existentes en 1889, se llega a 5,295 millones aproximadamente en 1.895 en todo el entonces Territorio Nacional de La Pampa.
Se sabe que esto demandaba gran cantidad de mano de obra para el manejo de los rodeos, cuando la mayoría de los lotes de aquella zona, todavía eran campos “abiertos”, con pocas mejoras y sólo con huellas como caminos.
Esa presencia de gran cantidad de población rural, (mayoritariamente las familias vivían en el campo), trajo aparejado también la puesta en marcha de muchos almacenes rurales, en los que se vendía también “copas al mostrador”.
Entre el año 1897 y fines de 1898 se pusieron en funcionamiento en la zona rural de Victorica y un radio aproximado de 50 kilómetros a la redonda, más de trece negocios, almacenes, varios de los cuales tenían "espendio de vevidas al mostrador", según el escribiente policial que consignó los datos en el copiador.
Varios de estos almacenes actuaban como postas para el descanso de las personas y el refresco de los bueyes, burros y caballos que tiraban los carros con la carga de lanas, cueros y “frutos del país”.
Victorica, según el Censo Nacional de Población del año 1895, era el centro más poblado del Territorio, superando aún a la misma Capital, (General Acha) por su parte Santa Rosa recién hacía tres años que se había fundado y ni General Pico, ni Eduardo Castex existían todavía.
Capdeville, había venido tejiendo sus redes locales y regionales y aceitando sus contactos nacionales para jugar a Victorica como futura sede de la capital territoriana, dado que el general Juan Ayala, ya había defenestrado la localización en General Acha con una serie de argumentos que luego el caudillo Tomás Masson supo capitalizar en beneficio de su proyecto propio.
Pero en 1899 estalló la “revolución de Victorica”, comandada por el ex Mayor de Caballería del Ejército Nacional, don Adolfo Corvalán, en la que al ser superada totalmente la policía local, tuvo que intervenir un contingente de tropas nacionales comandadas por el entonces secretario de la Gobernación para reponer el orden.
A partir de allí se comienza a escribir otra historia en el reparto del poder local y regional, para lo cual se desmembró la base territorial.
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