Partiendo desde Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa, Argentina, rumbo hacia el oeste, aproximadamente 130 kilómetros, existe un pueblo pequeño, que lleva como nombre Carro Quemado.
Pegadito al pueblo está la tranquera de acceso a la Estancia “La Marianita”, que desde hace varios años, a la actividad agropecuaria tradicional, sumó la de Turismo Rural.
Las nuevas rutas tienen una muy buena cartelería, junto a la cual las flores silvestres, dan la bienvenida a los turistas.
Se puede llegar por la ruta nacional 35, desde el cruce de Winifreda por la ruta provincial 10 hacia el oeste y al llegar al cruce de ese camino, totalmente pavimentado, con la ruta 105 que nos conecta con San Luis, doblar hacia la izquierda.
O bien si llega por la ruta nacional Nº 5, saliendo de Santa Rosa por Toay, tomando la ruta 14 hacia el oeste, doblando en el paraje “El Durazno” a la derecha, también camino totalmente pavimentado.
Yolanda Rodriguez Huarte es también encargada del Museo de la familia Orgales, un antiguo almacén de aquellos típicos de los pueblos de campaña de principios de la década del primer centenario argentino.
La estancia y los servicios ofrecidos son totalmente realizados por la familia de Yolanda Rodríguez Huarte y su esposo el “Gringo” Garro, que se complementan bien para hacer muy amena la estadía de los visitantes.
Yolanda, es ceramista y tiene montado allí su propio taller de cerámicas, en las que utiliza arcillas de La Pampa, algunas de muy buen diseño, excelentes para llevarse de recuerdo de la visita al lugar. El “Gringo”, un hombre de campo, profundo conocedor de las actividades agropecuarias, poseedor de una gran memoria para el anecdotario regional, es coleccionista de varios rubros, entre las que se pueden admirar artesanías pampeanas, objetos vinculados a los aborígenes, antiguos pobladores de aquellos lugares y también a los criollos pioneros.
También la Estancia atesora los recuerdos familiares de quien fuera el fundador don Máximo García Arévalo, español, casado con doña Fidela López una criolla bonaerense y su continuador don Ceferino Huarte, casado con una de las hijas de los pioneros, Mariana García.
En primer plano el espacioso Quincho y a continuación la casa de la Estancia a la que permanentemente se le van agregando mejoras.
Desde hace poco tiempo el “Gringo” y Yolanda tomaron la decisión de convertir el predio también en “Coto de Caza”, pero eso será motivo de otra nota posterior.
Hoy me quiero referir sintéticamente y sobre todo mostrarles algunas fotos que hemos tomado en nuestras visitas a la referida Estancia, que es, probablemente una de las mejor definidas en cuanto a identidad regional se refiere.
Si la visita está integrada por pocas personas los desayunos, almuerzos, la merienda y hasta la cena son servidas en el antiguo comedor de la familia Huarte. En cambio si la delegación es numerosa se utiliza un quincho con todas las comodidades para hacer comidas al horno, a la parrilla o al asador.
Uno de los tantos antiguos baúles que pueblan la casa, en buen estado de conservación y que pertenecieran a los ancestros.
Las tías de Yolanda, copropietarias del inmueble, colaboran también para el mantenimiento del predio en las mejores condiciones para confort del visitante. Ellas se ocupan del jardín que casi todo el año tiene flores de las distintas estaciones.
También del parral de antigua data, probablemente algunas cepas de aquellas, con las que el fundador supo hacer vino casero, en su casa de Victorica, en el patio trasero de la estancia, todavía se cosechan abundantes racimos de uvas frescas.
Yolanda Rodríguez Huarte, hace más de una década dedicada a la tarea de afirmar una marca de prestigio en el Turismo Rutal de Estancias de La Pampa.
La quinta suele proveer también zapallitos del tronco y choclos para la preparación del tradicional puchero de campo. El gallinero provee, huevos y pollos criados a puro campo, que ya sabemos tienen otro sabor.
Exquisitas empanadas criollas son preparadas totalmente en la casa. Todo esto hace que se pueda disfrutar de una comida ecológicamente sana.
Se puede degustar también el tradicional corderito, carne tierna de vaca o las carnes más exóticas como las del ciervo. Para lo cual hay que solicitar el menú especialmente y reservar previamente la estadía.
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