Cuando promediaba el final de la década del cuarenta, recuerdo que íbamos con mi madre a casa de abuela Jacinta y las tías “Yiya” y Rosa que vivían con ella. En invierno como oscurece más temprano la visita solía ser antes de cenar.
En la cocina la abuela y la tía estaban “pegadas” a la radio escuchando “Los Pérez García” un exitosísimo programa sobre las vicisitudes de una familia con un variado repertorio de problemas.
Si no me equivoco después de esa emisión venía “El Glostora Tango Club” un programa de tango con recordadas orquestas.
Años después ya en la década del cincuenta mi padre que ya tenía un ingreso mensual fijo, adquirió una radio, pero como no teníamos energía eléctrica, como en casa del abuelo Luis, estaba alimentaba a batería.
A mi me tocó cuando tenía once o doce años ir a llevar el acumulador a la Cooperativa de Electricidad para hacerla recargar. Algunos vecinos tenían en su casa un molinillo a viento con el que hacían la recarga. A veces andar por las calles de tierra con la carretilla y el acumulador sufría algún accidente como darse vuelta y perder el ácido y el agua destilada.
En lo de “Tito” Plaza, que había alquilado la Panadería de los Marzano y trabajaban en sociedad con Humberto Rivas, escuchábamos en la radio con Oscar y su hermana Norma los programas para niños “Sandokan el tigre de la Malasia”, “Tarzán” y otros similares.
Cuando llegaron los integrantes de la familia Romeo y alquilaron en casa de Abuela Elina, también allí se escuchaba radio. “Ñata” la madre era costurera, por lo tanto tenia encendida la radio par escuchar música. Fortunato y “Pepe” su hijo eran fanáticos del futbol así que los domingos eran para ellos.
En casa los domingos escuchábamos al mediodía los programas de humor. “La Revista dislocada”, era una de nuestros favoritos. Aunque la ubicación que mi padre había elegido no era la mejor, dado que era la habitación.
En cambio en lo de abuela Jacinta y los Romeo estaba en la cocina, donde la familia pasaba la mayor parte del tiempo. En tanto que en lo de Plaza, el lugar era el comedor.
Combinado. Radio y tocadiscos. Estancia "La Marianita". Foto Jimena Roldán enero 2009.Las primeras radios eran a lámpara y los muebles que las contenían eran de importantes dimensiones y pesadas por los materiales que se empleaban. Todavía no se había difundido el plástico.
Los aparatos de buena calidad y marca reconocida tenían un ancho de banda importante, lo que permitía captar emisiones en onda corta y onda larga. De día se escuchaba mejor la onda corta y de noche la onda larga.
Los días de tormentas las descargas eléctricas producían grandes interferencias a pesar de los aisladores que se colocaban en las antenas aéreas. Mientras más alta y largo fuese el tramo, había más posibilidad de captar mejor las emisiones.
En La Pampa recién a principios de la década del cincuenta comenzó a emitir la emisora local filial de Radio Nacional que estaba y aún subsiste en la ciudad capital Santa Rosa.
Por ese motivo la mayor cantidad de radios que escuchábamos eran de Buenos Aires, aunque a veces también escuchábamos radios chilenas, dado la nitidez con la que entraban en la frecuencia que estábamos utilizando. Así que durante tiempo largo escuchábamos la música folklórica chilena.
En los campos también el medio de comunicación con el resto de los pueblos de alrededor y del país y aún del mundo, fue la radio.
Las familias de clase media alta accedían por lo general a un aparato que se llamaba “combinado” porque contenía un tocadiscos junto con un radiorreceptor.
Como la radio se había difundido tanto en Victorica el primer técnico de radio que recuerdo fue el alemán don Luis Schwartz, que tenía su taller enfrente del comercio de Calandri cruzando la calle con el Hotel Francés.
Años después comenzó a internarse en esa actividad el joven Benjamín Berrio que instaló su taller en una pieza que alquilaba a la familia Matías Fernández, cerca de la casa de don Orestes Marini el placero, y a una cuadra de nuestra casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario