Toda comunidad organizada tiene un gobierno y todo gobierno tiene la obligación de cumplir con los tres conceptos que comienzan con la misma vocal. Si no lo hace, porque no sabe, no puede o no quiere, se está arriesgando a que su mandato genere caos social y el gobierno se termine anarquizando.
El primer concepto, tiene que ver con la EFICACIA. Es decir, ser eficaz es alcanzar los objetivos que se han planteado como metas políticas desde el gobierno. O como dice el diccionario “que produce el efecto o logra el propósito”
El segundo concepto, se relaciona con la EFICIENCIA, lo cual significa solucionar el problema económico de satisfacer necesidades múltiples con recursos que siempre son escasos. Pero no de cualquier manera, sino “relación óptima entre los costos de producción y el producto logrado”.
Y el tercer concepto, es la de la EFECTIVIDAD. Acá entramos en el campo de la cultura, porque la efectividad es tener cualidad de efectivo. Esto es según el diccionario tener cualidad de “verdadero, auténtico, indudable”.
Si las políticas que ha fijado el gobierno no están dando resultados para alcanzar los objetivos seleccionados o no se están acercando a las metas fijadas, tiene dos caminos. Revisar su elenco de colaboradores para detectar posibles incapacidades o revisar las políticas para adecuarlas a las nuevas realidades.
La regla de la eficiencia que ha sido muy denostada por “economicista”, rige tanto para el gobierno como para la comunidad en su conjunto. Ninguna familia, ninguna empresa y ningún gobierno pueden gastar más de lo que recauda, o piensa recaudar estimativamente en el corto plazo. La Argentina y el Estado ya han gastado mucho más de lo que podían, recurriendo al endeudamiento. Por eso todavía no podemos arreglar una parte de la deuda y por eso mismo casi nadie nos presta y pocos son los que se deciden a invertir a largo plazo.
Por último, el gobierno, los funcionarios, los dirigentes se pueden equivocar o las políticas pueden descontextualizarse por cambios inesperados. Pero no se puede intentar enmascararlos, porque los ciudadanos, los dirigentes sectoriales desconfían. Y si un gobierno pierde la confianza de quien lo ha votado, es más sensato, rectificarse para recuperar esa confianza.
Lo más cuerdo es saber reconocer los errores o saber acordar los cambios de enfoques o de medios. Porque de eso se trata acá estamos discutiendo los medios. Por lo menos yo no creo que la mayoría pueda estar en contra de la redistribución de la riqueza, ni de la inclusión social, ni de la seguridad alimentaria de los argentinos.
Si creo, porque esto es muy viejo, que el Estado debe recaudar impuestos, contribuciones y tasas de los sectores con mayor capacidad contributiva, pero tiene la obligación de emplearlos con la mayor transparencia y eficiencia.
El primer concepto, tiene que ver con la EFICACIA. Es decir, ser eficaz es alcanzar los objetivos que se han planteado como metas políticas desde el gobierno. O como dice el diccionario “que produce el efecto o logra el propósito”
El segundo concepto, se relaciona con la EFICIENCIA, lo cual significa solucionar el problema económico de satisfacer necesidades múltiples con recursos que siempre son escasos. Pero no de cualquier manera, sino “relación óptima entre los costos de producción y el producto logrado”.
Y el tercer concepto, es la de la EFECTIVIDAD. Acá entramos en el campo de la cultura, porque la efectividad es tener cualidad de efectivo. Esto es según el diccionario tener cualidad de “verdadero, auténtico, indudable”.
Si las políticas que ha fijado el gobierno no están dando resultados para alcanzar los objetivos seleccionados o no se están acercando a las metas fijadas, tiene dos caminos. Revisar su elenco de colaboradores para detectar posibles incapacidades o revisar las políticas para adecuarlas a las nuevas realidades.
La regla de la eficiencia que ha sido muy denostada por “economicista”, rige tanto para el gobierno como para la comunidad en su conjunto. Ninguna familia, ninguna empresa y ningún gobierno pueden gastar más de lo que recauda, o piensa recaudar estimativamente en el corto plazo. La Argentina y el Estado ya han gastado mucho más de lo que podían, recurriendo al endeudamiento. Por eso todavía no podemos arreglar una parte de la deuda y por eso mismo casi nadie nos presta y pocos son los que se deciden a invertir a largo plazo.
Por último, el gobierno, los funcionarios, los dirigentes se pueden equivocar o las políticas pueden descontextualizarse por cambios inesperados. Pero no se puede intentar enmascararlos, porque los ciudadanos, los dirigentes sectoriales desconfían. Y si un gobierno pierde la confianza de quien lo ha votado, es más sensato, rectificarse para recuperar esa confianza.
Lo más cuerdo es saber reconocer los errores o saber acordar los cambios de enfoques o de medios. Porque de eso se trata acá estamos discutiendo los medios. Por lo menos yo no creo que la mayoría pueda estar en contra de la redistribución de la riqueza, ni de la inclusión social, ni de la seguridad alimentaria de los argentinos.
Si creo, porque esto es muy viejo, que el Estado debe recaudar impuestos, contribuciones y tasas de los sectores con mayor capacidad contributiva, pero tiene la obligación de emplearlos con la mayor transparencia y eficiencia.
A nadie nos gusta pagar más impuestos. Porque como decía alguien que de política sabía más que sus herederos: “la víscera más sensible es la del bolsillo” y luego agregaba, algo que todos los hombres y mujeres entienden perfectamente. “A la gallina para que no grite, hay que sacarle las plumas de a una”, porque sino como decía alguien que conocí, "van a terminar matando la gallina de los huevos de oro".
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