domingo, 6 de julio de 2008

EL FRACASO ESCOLAR

Hoy tomo conocimiento a través de los medios, del ranking de una medición internacional llevada a cabo en Latinoamérica, referido a los resultados de aprendizaje de los alumnos del nivel primario.

La UNESCO incluyó en la muestra a 16 países en la segunda recolección de datos entre alumnos de 3º y 6º grado.

Lamentablemente, nuestro Sistema Educativo Argentino ha quedado relegado al octavo lugar en lo que hace al ítem lectura.

El ranking de los mejores lectores, está encabezado por Cuba, Costa Rica, Chile, Uruguay, le siguen México, Brasil y Colombia, detrás de los cuales recién asoma Argentina.

Nos fue mucho mejor en ciencias naturales en donde obtuvimos un puntaje que nos ubica cuartos, mientras que en matemática, logramos un rendimiento escolar que sitúa a nuestro país en sexto lugar.

Estos rendimientos nos deben alarmar, sobre todo cuando se los compara con los obtenidos en la misma prueba allá por el año 1996 y con otros resultados no satisfactorios alcanzados por alumnos argentinos, en la prueba conocida como PISA realizada el año pasado.

El deterioro de la educación argentina ha ido en paralelo con el deterioro de la cultura del esfuerzo, con la disminución de las exigencias y con el descascaramiento de los valores sociales en general.

Este no es sólo el fracaso de nuestros alumnos, cuya responsabilidad no puede desconocerse, pero ésa es la punta del iceberg. Por debajo está el fracaso de la escuela y dentro de ella de los docentes. Asimismo en la base encontramos la cultura del facilismo instalado en la sociedad y la de desresponsabilizarse de la educación de sus hijos por parte de la familia.

He dejado para el último la responsabilidad del Estado, que la tiene y mucho, porque desde hace varias décadas viene poniendo parches en el sistema, que no han solucionado los problemas fundamentales. El Estado es el que no ha cumplido acabadamente con los compromisos de financiamiento del sistema educativo, en las distintas leyes que llevamos hasta ahora. Porque en definitiva, este fracaso no se ve en el corto plazo, es inmaterial, pero en el mediano y largo plazo, emerge en toda su magnitud.

Alumnos que no saben leer comprensivamente, que no saben interpretar consignas, que no hacen de la lectura un ejercicio cotidiano más allá de la obligación escolar, verán dificultado su acceso a las nuevas tecnologías.

Alumnos que leen defectuosamente, tendrán muchas dificultades para escribir. La escuela debe centrarse en su objetivo principal. Ayudar a que los alumnos aprendan y en esto parece ser que tiene mucha importancia el clima que reine en cada institución escolar. En las escuelas donde los docentes, los directivos, la asociación de padres, promueven la lectura, combaten la fotocopia, fomentan las bibliotecas y el acceso a los libros a través de Internet, parece que son las que están obteniendo mejores resultados.

En las entradas anteriores Transformar el Sistema Educativo y la referida al MERCOSUR he aludido a algunas propuestas. Puedan ser estas u otras, pero cualesquiera sean las que se tomen deberá tenerse presente que si la Argentina quiere mejorar los logros de aprendizajes de sus alumnos debe existir una política verdaderamente de Estado, fundamentalmente estratégica, es decir de largo plazo y la garantía específica que no sólo no se recortarán los recursos para el financiamiento, sino que se incrementarán realmente y no nominalmente.

Digo esto porque estamos en un proceso inflacionario, donde la lacra de la inflación termina perjudicando los recursos familiares, de la comunidad y del propio Estado para financiar la educación. Mientras no tengamos asegurado estos aspectos, cada vez que midamos los resultados no tendremos buenas noticias. El deterioro está presente y está medido. Faltan las políticas remediales que nos permitan repechar la cuesta para salir del estancamiento donde hemos caído.



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