Hoy, la Unidad Nº 31 del Tercer Ciclo de la Educación General Básica de Victorica, recibirá el premio del Concurso anual de Monografías, que organiza la Dirección de Extensión Agropecuaria de la provincia de La Pampa.
Los alumnos y docentes de dicha escuela victoriquense, obtuvieron el galardón que les valió el primer premio por su participación en el certamen edición 2007, con el trabajo denominado “Las amenazas del cambio climático y su incidencia en la producción de alimentos”.
Sobre este tema de la conservación del suelo La Pampa, después de aquellas intensas sequías que la azotaron, junto a las cenizas del volcán caídas en 1932 y la plaga de la langosta, hizo de aquellos “años malos”, un aprendizaje doloroso, cuando no se respeta, no sólo los suelos, sino también el clima.
Es por eso, que la labor de la primera escuela de agricultura y ganadería de la región semiárida, establecida en Victorica y la labor de sus directores, Lassalle, Peirone y Lernoud, formados en las ciencias agropecuarias, hicieron docencia durante muchos años no sólo con los alumnos de la escuela, sino también con los dueños de los campos.
También el Ingeniero Agrónomo Guillermo Covas, desde la Estación Experimental INTA de Anguil, desarrolló una importantísima labor conservacionista, tarea que también complementó desde la cátedra, en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa
Esto lo traigo a colación porque, estamos atravesando justamente un año de intensa sequía. Por estos días las autoridades del gobierno provincial del área de Asuntos Agrarios están solicitando al gobierno nacional la declaración de la emergencia agropecuaria para 13 millones de hectáreas. Casi el 80 % del territorio apto para producir en La Pampa.
Hoy más que nunca, ante el desafío que tiene la Argentina por delante, de producir más alimentos, debe tenerse muy en cuenta las enseñanzas de los organismos técnicos y de sus investigadores y profesionales de las diversas ciencias agropecuarias, para evitar daños innecesarios a los suelos.
A veces son las sequías, pero a veces son también los incendios, la mayoría de los cuales se producen por causas humanas, los que atentan contra la productividad del suelo. Otros en cambio son las ambiciones desmedidas de los agricultores que no respetan las recomendaciones mínimas de barbechos, rotación de cultivos e insisten con un monocultivo que degrada los suelos hasta agotarlos.
Ahora estamos en medio justamente de la discusión nacional del avance del cultivo de la soja, que está arrinconando a otros cultivos y desalojando a la ganadería y lechería llevándola a las zonas marginales, donde las condiciones de producción son más complicadas, hay más riesgos y los suelos son más vulnerables.
Desde hace unos años La Pampa ha venido desplazando su línea productiva hacia el oeste, llevando la ganadería del vacuno donde antes la mayoría era el lanar y el caprino. El problema, viene ahora cuando aparece el ciclo seco y los campos están con excedentes de haciendas. No hay campos casi para arrendar y quien tiene reservas de pasto por la ley de la oferta y demanda, aprovecha para elevar los precios.
El debate entre los productivistas y los conservacionistas está abierto. ¿Podrá el Estado garantizarle a las futuras generaciones que recibirán la misma cantidad de hectáreas que trabajaron sus abuelos? ¿Podrá este Estado, con el esquema legalista formal que dispone, proteger la diversidad de producción y la localización más conveniente ante la gran arremetida del Mercado?
Los alumnos y docentes de dicha escuela victoriquense, obtuvieron el galardón que les valió el primer premio por su participación en el certamen edición 2007, con el trabajo denominado “Las amenazas del cambio climático y su incidencia en la producción de alimentos”.
Sobre este tema de la conservación del suelo La Pampa, después de aquellas intensas sequías que la azotaron, junto a las cenizas del volcán caídas en 1932 y la plaga de la langosta, hizo de aquellos “años malos”, un aprendizaje doloroso, cuando no se respeta, no sólo los suelos, sino también el clima.
Es por eso, que la labor de la primera escuela de agricultura y ganadería de la región semiárida, establecida en Victorica y la labor de sus directores, Lassalle, Peirone y Lernoud, formados en las ciencias agropecuarias, hicieron docencia durante muchos años no sólo con los alumnos de la escuela, sino también con los dueños de los campos.
También el Ingeniero Agrónomo Guillermo Covas, desde la Estación Experimental INTA de Anguil, desarrolló una importantísima labor conservacionista, tarea que también complementó desde la cátedra, en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa
Esto lo traigo a colación porque, estamos atravesando justamente un año de intensa sequía. Por estos días las autoridades del gobierno provincial del área de Asuntos Agrarios están solicitando al gobierno nacional la declaración de la emergencia agropecuaria para 13 millones de hectáreas. Casi el 80 % del territorio apto para producir en La Pampa.
Hoy más que nunca, ante el desafío que tiene la Argentina por delante, de producir más alimentos, debe tenerse muy en cuenta las enseñanzas de los organismos técnicos y de sus investigadores y profesionales de las diversas ciencias agropecuarias, para evitar daños innecesarios a los suelos.
A veces son las sequías, pero a veces son también los incendios, la mayoría de los cuales se producen por causas humanas, los que atentan contra la productividad del suelo. Otros en cambio son las ambiciones desmedidas de los agricultores que no respetan las recomendaciones mínimas de barbechos, rotación de cultivos e insisten con un monocultivo que degrada los suelos hasta agotarlos.
Ahora estamos en medio justamente de la discusión nacional del avance del cultivo de la soja, que está arrinconando a otros cultivos y desalojando a la ganadería y lechería llevándola a las zonas marginales, donde las condiciones de producción son más complicadas, hay más riesgos y los suelos son más vulnerables.
Desde hace unos años La Pampa ha venido desplazando su línea productiva hacia el oeste, llevando la ganadería del vacuno donde antes la mayoría era el lanar y el caprino. El problema, viene ahora cuando aparece el ciclo seco y los campos están con excedentes de haciendas. No hay campos casi para arrendar y quien tiene reservas de pasto por la ley de la oferta y demanda, aprovecha para elevar los precios.
El debate entre los productivistas y los conservacionistas está abierto. ¿Podrá el Estado garantizarle a las futuras generaciones que recibirán la misma cantidad de hectáreas que trabajaron sus abuelos? ¿Podrá este Estado, con el esquema legalista formal que dispone, proteger la diversidad de producción y la localización más conveniente ante la gran arremetida del Mercado?
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