viernes, 28 de agosto de 2015

Pocho Riela, Artista Pampeano.

Carlos Alberto Riela, conocido entre los amigos como “Pocho”, nació un 20 de noviembre de 1942 en el paraje Leubucó, en el Departamento Loventué , de la actual provincia de La Pampa.

Nació en la Estancia Lobocó, al sur de La Maruja dentro del Departamento Rancul y se crió en el ámbito rural. Su familia ocupaba el campo el “25” en el Departamento Chalileo, que luego cambia de dueño, cuando en el primer gobierno de Perón alguien de la zona toma un crédito y se queda con los derechos. Fue el hijo menor de los esposos Antonio Riela y Felisa Pereyra. Sus hermanos fueron Humberto “Cato”, Benito Domingo “Chumo”, Andrés “Coco”, Estela la mayor de todas, casada con Miguel Peralta, Margarita, “Porota”casada con José Lobato, Francisca, casada con José Hadad, Felisa, “Pila” casada con Fermín Hadad y “Negra” la más chica de las mujeres y la gran amiga de la niñez.

Cuando vinieron al pueblo de Victorica se afincaron en una quinta sobre la calle Hipólito Yrigoyen, a 4 o 5 cuadras de la plaza hacia el oeste, cerca de la cancha del desaparecido Club Independiente. Allí todavía se conserva la antigua vivienda que fue el hogar familiar de los Riela, casa de ladrillos, techo de chapa, con molino y tanque australiano.
En uno de los oleos dejó reflejados sus instrumentos de trabajo en la plástica, que practicó al aire libre o en su pequeño atelier hogareño
 
Hizo la escuela primaria en el Colegio Don Bosco de Victorica. Alrededor de 1953 llega al Colegio el RPS José Rizzi, un cura joven con inquietudes en la cultura y el arte, con quien “Pocho” tendrá sus primeras incursiones en el dibujo y la pintura.
Después de finalizada la escuela primaria, “Pocho” comienza la secundaria por los pagos de General Acha y allí se encontrará en la segunda mitad de la década del 50 con Andrés Arcuri, que estaba comenzando a desarrollar su pasión por la pintura de los paisajes regionales. Recuerdo que cuando lo invitamos a exponer en Victorica en 1971, “Pocho” se acercó a saludar a don Andrés, su antiguo maestro a quien admiraba. Él mientras le ayudaba a llevar los petates entre los médanos de los alrededores de General Acha, charlaba sobre colores y otros temas relacionados a las técnicas con el maestro Arcuri.

En General Acha realiza el primer curso del secundario y al año siguiente se viene a Santa Rosa, donde aprovecha la Escuela Hogar que lo alberga y que le permite cursar el 2º y 3º año en el Colegio Nacional de la ciudad capital.
Al lado de la Subsecretaria de Cultura Analía Cavallero, el Profesor Walter Cazenave y seguidamente tres de los hijos del artista, del otro lado Paula Roxana una de sus hijas al lado de la Directora de Cultura de Victorica, el día de la inauguración de la Restrospectiva

Después se fue a Buenos Aires, a continuar su carrera en el Colegio Nacional 17 de Villa Fiorito, aprovechando que su hermana y su cuñado Fermín Hadad, estaban radicados allí. Pero llegó hasta cuarto año y no pudo concluir y diplomarse. Regresó, dado que su padre falleció en 1958 y ese motivo lo trae de  vuelta a Victorica, a acompañar a doña Felisa y su familia, a quienes extrañaba bastante.
Cacho Peralta dice que muchas veces faltaba a clases en Buenos Aires, porque se iba a estudiar dibujo y pintura o a pintar al aire libre en contacto con la naturaleza en las plazas.

Según me contó “Cacho” , sobrino de Carlos A. Riela, don Antonio, el padre, sabía tocar un instrumento musical denominado “Bandónica” (aparentemente sería parecido a los acordeones tipo “verdulera”, pero más chicos, que se toca a la altura del pecho).
En la vida de campo, en las zonas rurales, uno de los entretenimientos después de las tareas diarias era practicar alguno de estos instrumentos, para aprender, o no olvidarse o para alegrar ciertas ocasiones. Los niños Riela, entre ellos Pocho, aprenden a pulsar el instrumento musical (una verdulera de ocho bajos) que luego ejecutan en su paso por la escuela primaria de La Pastoril a donde concurren.

Y a partir de allí los niños sienten la inquietud, primero "Cato", luego su hermana "Chola", los mayores, pero a ellos se sumaron los más chicos, “Chuma” y después “Pocho”, quienes aprenden los rudimentos de las notas, a conocer las teclas y a afianzarse en el oído musical, dado que la mayoría fueron autodidactas e improvisadores, grandes intuitivos.
De espaldas, pintando, está "Pocho" Riela, con once años de edad, lo observan otros niños. La persona de espaldas es el maestro don Andrés Arcuri. La foto fue tomada por su cuñado José Hadad

Ingresó a trabajar en la sucursal local del Banco de la Nación Argentina. El trabajo y el fútbol lo llevaron a trasladarse a Eduardo Castex donde vistió la casaca del Racing Club, allí vivió con la familia entre los años 1970 a 1973. Posteriormente recaló en la ciudad de Santa Rosa.

Se casó un 25 de febrero del año 1967 con María Élida García, la hija menor de “Chun” García, hijo de don Cruz, propietario de campo en la zona del oeste más allá de Telén. De dicho matrimonio nacerán seis hijos cuatro varones y dos mujeres. Anibal Federico, Maria Silvina, Carlos Antonio, Martín Andrés, Paula Roxana y Matías Nicolás, todos con nombres de abuelos, padres y tíos como era costumbre en las familias numerosas.
Carlos A. Riela era del signo de escorpio y por eso era muy imaginativo e intuitivo. Además como buen escorpiano muy sensible, reservado y un excelente amigo

El joven Riela alternaba su pasión por el fútbol y su amor por la pintura, con la inclinación hacia el bandoneón y el tango. Pero “Pocho”, que era muy introvertido,  por su timidez, jamás había querido ejecutar en público. Lo hacía sólo en la intimidad de su hogar y para sus momentos de expansión espiritual. Hasta que una noche de los carnavales de la década del sesenta cuyos bailes se hacían en el Club Cochicó, el director de la orquesta Jorge Ardhú de la ciudad de Córdoba, paseando por los alrededores escucha que por la puerta abierta de un zaguán y la ventana de un comedor, la melodía de un bandoneón que le impacta por su muy buena ejecución.

Al regresar al Hotel “El Cóndor” de Nicola Di Dio y su familia, comenta el hecho y pregunta quien es el personaje que acaba de escuchar, pero no ha podido ver. Ricardo Di Dio, uno de sus amigos y fanático de Cochicó y gran admirador de Pocho, lo va a buscar y después de mucho insistir consigue que Pocho acepte la invitación para subir al escenario y tocar un par de piezas junto a los músicos de la orquesta de Jorge Ardhú. Así lo hizo y recuerdo que nos causó una muy grata impresión y fue largamente aplaudido por todo el público aquella noche.
Carlos Alberto Riela con su bandoneón sobre las rodillas en una reunión de amigos

A la par de estas inquietudes artísticas, Carlos Alberto Riela le apasionaba también el fútbol, siendo uno de los más hábiles delanteros que vistió la casaca del Club Cochicó de Victorica, durante las décadas del 60 y principios del 70.

Junto a Omar D. "Toto"  Becerra, Piccolomini, Cacho Peralta, Tonny Pescara, con el "Negro" Di Dio o Bruno Rovito de arqueros y  muchos otros compañeros, deleitaban a la hinchada domingo a domingo. El rival histórico era el Sportivo Telén. Casi un Boca River local. Cuentan que cierta vez para evitar que Telén avanzara peligrosamente hacia la punta alguien le propuso a “Pocho” que el partido contra Luan Toro había que ir a menos, ante lo cual la respuesta fue “conmigo no cuenten”.
Este fue el equipo de Cochicó con el cual el Club de Victorica compitió en la Liga Cultural de Santa Rosa (La Pampa) en la década de 1970. Pocho Riela, el tercero desde la izquierda toca con sus dedos el fútbol, a su lado hace lo propio Tony Pescara

En la década de 1970 Pocho Riela plasmará dos murales para el escenario del Club Cochicó, en cuyo recinto se llevaba a cabo en esos años la noche del Folklore y el Baile de gala de la Fiesta Provincial de la Ganadería del Oeste Pampeano. Los dos fueron motivos netamente regionales, evocando el rancho, el caballo, el paisano de la zona y sus costumbres.
El último, que aún se conserva, ha sido declarado Patrimonio Artístico Cultural de la ciudad de Victorica, por resolución municipal Nº 144 del mes de octubre del año 1996.

La afición por el bandoneón y su inclinación por el tango, lo llevaron a contactarse con el maestro Leopoldo Federico, con el que intercambió correspondencia, incluso el maestro le envió una partitura suya. Estando en Santa Rosa y merced a su trabajo en la sucursal del Banco de la Nación, se hizo cargo de organizar, en una sala de la entidad creditica, encuentros a los que denominó "Chamuyando Tangos" que comenzó a principios del año 1990.
Cuando llega la fecha próxima al Centenario, Pedro Carlos “Cachi” Fiorda, lo convoca para integrar el equipo con el que EFEBE Ediciones preparó el “Álbum del Centenario Victorica 1882-1982”, con textos e investigación del Profesor  Héctor Walter Cazenave e ilustración de Carlos A. Riela. Las ilustraciones están realizadas con plumín y tinta china, algunas a partir de antiguas fotografías y otras son creaciones a partir del conocimiento de los hechos y la región en la que se llevaron a cabo. Las páginas 30 y 31 contienen la ilustración de lo que habría sido la vida en el Fortín, en tanto que la 56 y 57 tienen una magnífica representación de lo que pudo haber sido el combate de Cochicó entre el piquete del escuadrón de los “indios amigos” y los lanceros del cacique pehuenche-ranquel José Gregorio Yancamil.

En las páginas 90 y 91 hay una magnífica composición a partir del texto que Cazenave imagina para una tarde en Victorica. Riela dibuja detalladamente una esquina de la plaza con parroquianos en la vereda de un Bar, viendo pasar caminando y en sulky, a otros vecinos del lugar.
Este mural lo pintó Pocho Riela en la casa de familia en el campo de su suegro. Sus amigos de Victorica lo rescataron, fue restaurado por el plástico pampeano fallecido Raúl Fernández Olivi y actualmente está emplazado en el Paseo de los Artesanos en Victorica que lleva el nombre "Pocho Riela" en la mano izquierda al ingreso del pueblo. 

Tiempo después Cazenave, que dirigió una revista que edita la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa, invita a Riela a ilustrar una serie de historias a la que “Pocho” se suma. Ya había demostrado gran habilidad para dibujar con plumín y tinta china y esa es la técnica que utilizará también en esta serie, cuya edición fue financiada por el Gobierno de La Pampa.

De su etapa santarroseña se puede mencionar algunos otros trabajos que conocemos, como los publicados en Caldenia, (suplemento Cultural de La Arena) de la serie titulada "Del pasado y de esta tierra" o los aparecidos en un almanaque de una firma comercial de transporte pampeana o los que efectuara para el Festival Internacional de Jazz.

Un observador, que conoce muy bien los caballos, ha acotado que Riela es uno de los pocos dibujantes que ha podido apreciar, que dibuja con maestría a los caballos en distintas actividades y contextos.
Pero no es solo con los animales que logra dibujos ajustados a los tipos reales. También las figuras humanas y fundamentalmente los rostros, son logrados con gran calidad. Tal el caso del retrato de “Pipiolo” Piccolomini, el hincha fanático del Deportivo Cochicó, de la página 155 del Álbum mencionado
Tarjeta que distribuyó la Subsecretaría de Cultura de La Pampa el día de la inauguración de "Trazos en el tiempo. Restrospectiva", en el Centro Provincial de Cultura

También colaboró con otras revistas como las que editaba la Administración Provincial del Agua y de la Editorial Extra del señor Cantera.Cuando llegó el Centenario de la ciudad capital, Santa Rosa, fue convocado por la firma de la empresa de transporte "El Pampeano" para realizar el almanaque del año del centenario en los que realizó unos excelentes trabajos.

Carlos Alberto "Pocho" Riela falleció el año 1996 en Buenos Aires, cuando aún tenía mucho por dar a la cultura de La Pampa.

NOTA: Artículo en reelaboración sujeto a agregados y/o correcciones

 FUENTES
Caldenia. Suplemento cultural diario La Arena
Boletín de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa

PERSONAS CONSULTADAS
Riela, Paula Roxana
Peralta, Antonio


domingo, 23 de agosto de 2015

Gestión Turística: Primer Encuentro Provincial Pampeano



Durante los días 20 y 21 de este mes de agosto del 2015 se llevó a cabo el Primer Encuentro Provincial de Gestión Turística en la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa.
El mismo fue organizado por el Instituto de Geografía de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa, que dirige la Profesora Beatriz Dillon, quien junto al Profesor Oscar Folmer tuvieron a cargo la coordinación del evento.

En la jornada inaugural hicieron uso de la palabra, la Directora Dillon, el Secretario de Turismo de La Pampa Santiago Amsé, el Decano de la Facultad de Ciencias Humanas Licenciado Sergio Maluendres y el Vicerector de la Universidad, Hugo Alfonso.
La Conferencia Inaugural estuvo a cargo de Claudia Alejandra Troncoso Investigadora del Conicet, y profesora de la UBA y de UNICEN.


La primera mesa de trabajo llevó adelante el debate de “El rol de la enseñanza y la capacitación turística como componente esencial de la dinámica de la actividad. Profesionalización del sector”. Abrieron la misma para contextualizar la temática los profesores Dillon y Folmer. Posteriormente los inscriptos y participantes de distintas localidades de la provincia y provenientes no sólo del sector académico, sino también del sector empresario y de las municipalidades, se abocaron al abordaje del tema.

En la mesa que nos tocó participar hubo un muy interesante intercambio de ideas, experiencias y conocimientos y el resultado de las apreciaciones se volcaron en propuestas concretas para mejorar el rol de la enseñanza y la capacitación relacionada con la actividad turística.

Por su parte la Mesa Nº2 abordó el tema: “Gestión y planificación pública del Turismo”. En este caso los disertantes que contextualizaron e introdujeron el tema fueron los Licenciados Florencia Stefanazzi Arze y Federico Núñez, ambos pertenecientes al Equipo Técnico de la Secretaría de Turismo de la provincia de La Pampa.

Luego de finalizada la labor de análisis y debate de los temas de ambas mesas se realizó la tarea de elaborar propuestas concretas para intentar solucionar las debilidades, dificultades e inconvenientes detectados en cada caso.



Al final y para dar el cierre a la jornada se realizó el debate y puesta en común de las conclusiones de cada grupo, lo que sirvió a su vez para intercambiar sugerencias. Luego los coordinadores generales solicitaron se hicieran llegar las propuestas y conclusiones con las que se redactará las conclusiones finales del Encuentro.

Al día siguiente funcionó la mesa de trabajo Nº 3 que abordó el siguiente tópico: “El rol de la actividad privada. Involucramiento, mercado y capacidad operativa para el desarrollo del turismo.”

El disertante que hizo la contextualización fue el señor Willie Pats, quien desempaña el cargo de Vicepresidente de la Cámara Argentina de Turismo (CAT). Luego los participantes se abocaron con las consignas y los lineamientos a realizar la discusión, de la que participaron jóvenes estudiantes, técnicos y profesionales, junto a veteranos y experimentados empresarios y dirigentes de entidades no gubernamentales.

A  lo largo de las jornadas quedó en claro que la gestión en el área del turismo necesita del esfuerzo compartido y de un involucramiento firme entre el sector público con el sector privado. Uno como gerente del bien común y otro como los gestores del mercado. Para derribar barreras del imaginario colectivo como las que se expresaron “La Pampa no tiene nada”, “Somos una provincia de paso” o “La Pampa tiene el ombú”, basados en el desconocimiento y la ignorancia, tanto de adentro como fundamentalmente de fuera de nuestro territorio, es fundamental la concientización sobre la importancia del turismo. Luego se necesita ofrecer al mercado nacional e internacional, los productos turísticos que hayan sido seleccionados previamente y puestos en valor para su oferta.











 Luego de escuchar los analisis de situación y propuestas de las diferentes mesas. Hugo Fernandez Zamponi de la Cámara de Turismo de La Pampa dió su devolución:




 El Vicepresidente de la Cámara Argentina de Turismo, Willie Pats también expresó su parecer y apoyó la solicitud de la creación del Ministerio de Turismo en La Pampa:



Al realizarse el plenario de cierre, todos coincidieron que las jornadas de este primer Encuentro habían sido positivas y que se le debería dar continuidad a esta modalidad, para afianzar los lazos de la participación y de trabajo fecundo entre los representantes del sector privado y del sector público.
Hubo, dentro de la diversidad de ideas, experiencias e intereses, una gran coincidencia con respecto a la necesidad de trabajar en conjunto mancomunadamente todos los temas nuevos y los pendientes de resolución para mejorar los productos turísticos pampeanos. También esa coincidencia se dio al mencionarse la necesidad del esfuerzo compartido y el uso de la cooperación y el asociativismo para alcanzar con éxito los objetivos y las metas para el nuevo tiempo que se avecina.

Federico Nuñez, técnico de la Secretaría de Turismo de La Pampa lamentó que entre los asistentes no hubiera dirigentes políticos: "Queremos que el turismo sea un sector productivo, que sea escuchado, que sea reconocido en La Pampa... ", además mocionó que se realice un Segundo Encuentro de Gestión Turistica.



De cada una de las cuatro mesas, durante las que se trabajó en el encuentro, se eligió una propuesta que será elevada al sector o intitución correspondiente. Oscar Folmer leyó las propuestas y expresó su agrado por la realización del encuentro y dejó abierta las puertas de la Universidad:


 

El resultado final, luego de consolidar las distintas propuestas y tamizarlas para la redacción, será un documento donde se expondrán las conclusiones fundamentales en forma sintética y que se enviará a la Universidad, a la Secretaría de Turismo, a la Cámara Argentina de Turismo, a la Cámara de Turismo de La Pampa y a los sectores interesados y con poder de decisión sobre los temas a resolver.


Al finalizar se analizó algunas líneas generales del segundo Encuentro, que se haría en otro lugar y probablemente entre los meses de marzo o  abril del año 2016 en Intendente Alvear.

La Directora del Instituto de Geografia de la Universidad de La Pampa, Beartiz Dillon cerró el Encuentro  y dijo:




Don Juan Calfucurá: Correspondencia 1854-1873 por Omar Lobos



En la noche del sábado 22 de agosto del año 2015, en la librería Fahrenheit de Santa Rosa (La Pampa) se llevó a cabo la presentación del libro “Juan Calfucurá. Correspondencia 1854-1873” del investigador de la historia regional pampeana, nativo de Winifreda, Omar Lobos, Licenciado en Letras en la Universidad Nacional de La Pampa.

La obra, como lo expresa su mismo autor, es el producto de casi dos décadas de indagaciones en archivos históricos, donde Lobos persiguió el rastro del gran cacique araucano, entre los que se citan al Archivo General de la Nación, el Archivo Sarmiento, el Archivo Mitre, el Archivo de La Plata, el Archivo Salesiano de Bahía Blanca y también el de Estanislao Zeballos de Luján, entre otros varios repositorios documentales. 

Esta no es una novela, aquí no hay ficción. Su primera novela sobre el tema la conocimos el año 2011 bajo el título  “La veranada del chachai Calfucurá”, editada también, como en este caso que nos ocupa, por Ediciones Colihue.

Tampoco es un libro documental a secas. No se trata de una estricta compilación de documentos, aunque haya insertas en el texto 127 cartas y otros 600 documentos  más relacionados con el tema principal.
Y no es así porque el autor se ha preocupado por contextualizar, con detalle minucioso cada uno de los mismos, para hacer surgir de ellos con la mayor verosimilitud posible, con la mejor nitidez, la voz del Cacique Juan Calfucurá, el hombre que generó y condujo la gran confederación indígena de Salinas Grandes. Pero no solo la voz del gran estratega aborigen, sino también la vida en su aduar y en su gran comarca donde el patriarca ejercía su justicia distributiva.

Es que Omar Lobos es un Filólogo, es decir una persona que “estudia los textos escritos y, en ellos, la estructura y la evolución de una lengua y su desarrollo histórico y literario, así como la literatura y la cultura del pueblo o grupo de pueblos que los han producido”.




 Nos dice el editor, que este libro puede leerse como “crónica histórica sin solución de continuidad”. Que es un libro de historia no nos cabe duda. Pero como el mismo autor expresó hoy en la presentación el que habla es Calfucurá a través de su correspondencia, es la voz del gran jefe de la Confederación Indígena Salinera, pero también desfilan los sucesos fundamentales de medio siglo de nuestro país en los momentos intensos de sus intentos de organización del Estado, entre los que aparecen “las guerras civiles, la secesión de la provincia de Buenos Aires de la Confederación Argentina, la Guerra contra el Paraguay, las rebeliones montoneras en el Noroeste y en el Litoral y revoluciones varias”. No hay opiniones, ni interpretaciones del autor sobre lo que dicen los documentos, solo las asépticas citas documentales sobre las fuentes y alguna escueta frase para aclarar o completar algunas vinculaciones de unos elementos con otros.

El libro contiene 569 páginas, un comentario introductorio  a la compilación, redactada por el propio autor, una norma muy práctica para el lector cual es la anotación en cada documento de que fondo ha sido extraído, un muy detallado índice que facilita la búsqueda y consulta y como anexo, el mapa de La Región Pampeana durante la guerra de Fronteras (Segunda mitad del Siglo XIX), diseñado por Norberto Mollo el año 2014.

Seguramente que este nuevo libro que se agrega a la literatura regional pampeana, como expresó la Profesora Dora Basttistón, se convertirá en un texto fundamental para quienes quieran investigar, escribir o simplemente leer para comprender como funcionaron esos dos ámbitos: el del puerto de Buenos Aires y el del otro lado de la frontera.

Para esta investigadora, a partir de ahora, merced a este gran aporte de Lobos no será la misma visión de los conceptos de desierto o de civilización que manejaremos no sólo los pampeanos, sino los argentinos y también los americanos del sud.
En la tarde de hoy compartieron la mesa de diálogo con el autor la escritora Dora Battistón, el escritor Alberto Acosta y el escritor Luis Talone, quien le realizó tiempo antes una entrevista para la televisión pampeana.



Con el micrófono Alberto Acosta, a su lado Omar Lobos, el autor, seguidamene Dora Battistón y luego Omar Talone

A la primera pregunta de Acosta sobre cómo es que llega a elaborar este libro y que puntos de contacto tiene con su novela anterior que hemos citado, Lobos respondió que su encuentro con el tema Calfucurá fue en el preciso momento en que estaba por irse de Argentina con una beca a estudiar las leyendas eslavas, cuando fue “embargado” por Juan Calfucurá. Y fue tanto el impacto que le produjo esa primera mirada con Piedra Azul, que el magnetismo de la personalidad del sujeto, lo hechizó para siempre y con cada nuevo documento que iba hallando o descubriendo, su respeto hacia ese hombre aumentaba, por el sólo hecho de aparecer nombrado por la prensa o en los documentos oficiales, sino también en cada decisión que tomaba.
Es que sin dudas Calfucurá, el chachai, o “Piedra Azul” ocupó el centro de la escena de la política de aquellos tiempos, por eso el libro está dedicado precisamente “A Don Juan Calfucurá”.

El autor reconoce que el libro que ha presentado le debe tributo a P. Meinrado Hux, quien con sus publicaciones sobre Calfucurá, orientó mucho sus primeras búsquedas. Y al final de su “Comentario a la recopilación” el investigador y profesor Omar Lobos expresa un deseo muy sencillo: “Si con todo este material el amable lector siente que se configura una voz, la voz de un hombre, de un jefe, una voz que viene –quizá por primera vez- del lado de los despojados, de los vencidos, los acallados, y se hace oír, el trabajo de todos estos años estará retribuido con creces”.

Creo no equivocarme si me adelanto a augurar que este libro que nos ha legado Lobos se convertirá en uno de los clásicos fundamentales de la Biblioteca Pampeana, porque habla de las raíces de nuestra identidad como pueblo, e interpela también a nuestra propia sangre, dado que, aunque muchos no lo quieran reconocer, por nuestras venas corre sangre mestiza, según las investigaciones sobre el ADN, que nos han informado que el 56 % de los argentinos  descendemos de algún linaje indígena.
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