El día 20 de Junio de cada año festejamos la creación de nuestra Bandera Nacional, que nos legara un acto de desobediencia, de ese gran patriota que fue don Manuel Belgrano, a quien las circunstancias de la hora de la lucha por nuestra Independencia, le hizo tomar la obligación de luchar también con las armas.
Todos, a nuestro paso por la escuela primaria hemos aprendido y entonado la conocida Marcha a Mi Bandera. Durante los actos escolares y los festejos públicos en pueblos y ciudades de nuestra provincia, hemos actuado o desfilado al son de esta marcha de corte militar.
Después, los varones cuando ingresábamos al servicio militar obligatorio nos hacían jurar lealtad y fidelidad a nuestra Bandera, ratificando y fortaleciendo el vínculo del compromiso que habíamos adquirido en la escuela primaria.
Diariamente izábamos la bandera en el mástil tanto de la escuela primaria como en la escuela secundaria. Este acto diario, cuando éramos elegido para izar o arriar la bandera, representaba una distinción especial. Alegría que nos conmovía cuando en la escuela o el colegio éramos elegidos para portar la Bandera o para escoltarla.
Cuando los países entran en guerra, quien resulta vencedor, suele tomar las banderas como trofeo, porque ademas ese acto es una forma de menoscabar al derrotado al quitarle el símbolo más preciado de su identidad nacional.
Es por eso también que luego de mucho tiempo los países que se reconcilian, como gesto de hermandad y reconocimiento a la paz y la soberanía de la otra nación, se suele devolver los trofeos entre los que están las banderas.
Es por todo esto que nuestra Bandera Nacional, con los colores que la identifican debe estar en todo edificio, nave, aeronave o lugar donde se ejerce nuestra soberanía. La soberanía es justamente eso, que por encima de nuestra bandera no puede haber otra.
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