martes, 11 de octubre de 2011

CANUHE VIDA Y OBRA

Carlos Germán Canuhé, nació el 28 del mes de mayo del año 1932 en una de las chacras de la "Colonia Butaló" del Departamento Chicalcó, del entonces Territorio Nacional  Pampa Central. Ese fue el año de la caída de la ceniza proveniente de la erupción del complejo volcánico "El Descabezado", de la VII Región de Chile.

 La gran crisis de la década de 1930 afectó toda la Pampa Central, porque después de la ceniza, llegó el ciclo de la sequía y de los grandes ventarrones. A eso se le sumó la plaga de la langosta y los periódicos incendios de los campos. Esa década es conocida como de "los años malos", porque a esas calamidades climáticas se sumaron además las consecuencias económicas de la gran depresión mundial, que afectó negativamente al mercado de Pampa Central, porque a la caída de los precios internacionales de la lana, la carne y los cereales, se deprimió el mercado laboral, creció el desempleo y como consecuencia se elevaron los índices de pobreza e indigencia.

Su abuelo paterno fue Miguel Canué, (sic) o Canuhé, quien convivía con Manuela Cabral, una hija de  la cautiva cordobesa Fermina Zárate y del Cacique Ramón Cabral, "El Platero" de los ranqueles, antes que el coronel Eduardo Racedo arrasara contra las tolderías de Leuvucó y los alrededores el año 1879.


Germán y sus hermanos, junto a su familia se desarraigaron del terruño nativo, cuando el sistema del río y bañados del Atuel dejó de funcionar, como consecuencia de la construcción en Mendoza del Complejo Hidroeléctrico "Los Nihuiles".

Su padre Roberto Canuhé, bautizado el año 1914 en la Colonia Emilio Mitre, por el RPS Antonio Luzkar, se había casado con Julia Domínguez, familia de la zona de Telén, así que se largaron para los pagos del francés Alfonso Capdeville y allí se afincaron para que los niños fueran a la escuela. Su hermano menor Roberto Mario fue un recordado ciclista y futbolista del Club Telén. El otro hermano, Gerardo Raúl, con quienes compartimos desde la década de 1970 en Victorica,  fue Juez de Paz en la Colonia Emilio Mitre y activo militante político. Su hermana Hilda, que aún vive, se casó con Arce de Victorica y reside actualmente en la ciudad de General Pico.
Germán formó familia con Rosa Mendiara descendiente de vascos franceses, de cuyo matrimonio nacieron tres hijos -Oscar, María Inés y Marcelo-, quienes le dieron la dicha  y la felicidad de disfrutar de diez nietos y un bisnieto.

Germán Canhué se convirtió, por su preparación autodidacta y su forma de ser, en un líder natural de los ranqueles que desde la reposición del sistema democrático en 1983, comenzaron a bregar nuevamente para ser escuchados y luchar por sus derechos, muchas décadas postergados. Regresó a Victorica, cuando se jubiló de la Marina Argentina, en la que trabajó largos años. Allí me lo presentó su hermano Gerardo en 1984, a partir de cuyo momento iniciamos una relación de amigos que cultivamos y conservamos aún en medio de debates y discusiones intensas.

Su lema favorito fue  "Como indios...nos conocieron..como indios...nos conquistaron...como indios nos liberaremos...". Su filosofía de vida fue la de actuar siempre como uno más, no como un jefe, sino como un maestro.

Carlos Germán Canuhé falleció en octubbre del año 2012 imprevistamente en la ciudad de Olavarría, (Buenos Aires), donde estaba participando de unas Jornadas en la Facultad de Ciencias Sociales sobre Antropología. Desde hacía más de dos décadas que se había convertido paulatinamente en uno de los referentes fundamentales de los descendientes de los Rankülches, que vienen luchando por recuperar su cultura y defender sus derechos.

Casi todas las iniciativas importantes contaron con la presencia, la palabra o la pluma de Germán Canuhé, quien promovió la creación de muchas de las comunidades aborígenes que se han fundado en varios pueblos de nuestra  provincia de La Pampa.
Peregrinó no sólo nuestro territorio provincial, sino que se desplazó a varias provincias y aún fuera de nuestro país, participando de, Reuniones, Asambleas, Congresos, Jornadas y Encuentros sobre los Pueblos Originarios, llevando la visión de un descendiente del pueblo ranquel. Siempre dejó en claro que respetaba a quienes se designan mapuches, pero dejando en claro que él y sus hermanos y hermanas pertenecían a la Nación Rankulche, por esos las comunidades que se han fundado llevan el nombre de lonkos de la etnia de los ranquelinos.


Germán recordó sus años de niño y describió sus experiencias de trabajo familiar en el Oeste Pampeano, en este texto que transcribo.
"  Hasta los años 1944, el oeste pampeano era un lugar digno para vivir. Había fauna por doquier, perdices, martinetas, ñandúes, liebres, vizcachas, piches, peludos. Muchos pájaros y aves acuáticas. El verde campeaba por todas partes, los muchachos nos entreteníamos revolviendo los tréboles para tratar de encontrar alguno de 4 hojas, decían que traía suerte.
  Las chivas, las ovejas, los caballos, todos gordos. Las chivas daban chivitos y abundante leche que nos servía para nuestro consumo, para fabricar quesillos, para comerciar el excedente en el pueblo, que estaba ahí nomas. Las ovejas su lana, sus corderos, su carne. También fabricábamos otros productos como pasteles, tabletas, hoy llamados alfajores, pan casero, en el pueblo había dinero, todos vivían de alguna actividad.

  Las fiestas populares eran un gusto. Los 25 de Mayo, los 9 de Julio, eran dos, tres, cuatro días de continuo jolgorio, cuadreras, taba, sortija, palo enjabonado, de noche baile. Y juego clandestino. El mus, el truco, la liga. Se formaban y deshacían parejas. Las carpas, alrededor del boliche de Olivera, eran un gusto. Nuestra gente producía y vendía tortas fritas, pasteles, frituras y otras ricuras. Eso en Santa Isabel. Ni hablemos de las que se hacían en Paso de los Algarrobos, El Paso y en otros lugares. Mercachifles con carros llenos de mercaderías, que generalmente vendían en su totalidad y luego la gastaban en las mismas fiestas. Aparecían familias por centenares, mayoritariamente indias, de todo el oeste".

  "Los fines de semana íbamos a pescar. Siempre había un remanso disponible. Con hilo de albañil. Anzuelos, un corcho, una tuerca como plomada. Y algo de no creer, la carnada tanto para las truchas como para los pejerreyes era...un pedazo de carne. Volvíamos con nuestra cosecha de pescado a disfrutarla en familia.

  "Los varios camiones que venían regularmente de Telén y los que venían de Mendoza, nos traían mercadería, correspondencia y pasajeros. De Santa Isabel salían otros, locales, hacia las zonas rurales. Todos volvían llenos de la producción de la región, lana, cueros, plumas. Que embarcaban en Telén, punta de rieles del ferrocarril que hacía el recorrido regular hasta Once. O en Gral. Alvear, Mendoza.

   "Fabricábamos adobes, que vendíamos. A los muchachos siempre nos contrataban para algo, aunque más no sea para proveer de agua potable de una bomba que estaba en los médanos, que acarreábamos con un barril al que le fijábamos dos ejes, uno en cada extremo, donde poníamos dos tiros de cadena unida al frente. Así lo hacíamos rodar.

   "En el campo la actividad era la señalada, la yerra, la esquila, la cosecha, el arreo, el cuidado de los animales. No había éxodo en ese tiempo. La fauna variada, los frutos de piquillín, algarrobo y chañar, la huerta familiar que teníamos, una granja que nos proveía de carne, huevos, que también nos servía como trueque para nuestros vicios, junto a la zafra de chivos y corderos, y el arte indio, matras, ponchos, riendas y aperos de cuero, hacía que nuestras vidas dependieran de nosotros mismos.

  "Luego en Mendoza cortaron el río, comenzó la sequía. Se alejaron las lluvias, apareció la langosta, enflaquecieron y comenzaron a morirse nuestros animales, dejaron de venir los camiones del intercambio, dejó de funcionar el ferrocarril hasta Telén, se fueron secando nuestros remansos. Cada poblador, con mil, dos mil, tres mil ovejas, se fue quedando sin nada. Al Río Atuel lo habían secado-

 " La vida sustentable no podía seguir. Comenzamos a depender de la fauna, que cada vez quedaba más lejos, más escasa. El estómago de nuestras familias no nos daba tregua. No había trabajo, no había dinero, la leche que comercializábamos era cada vez más escasa, más aguada. Las chivas, las ovejas, se fueron muriendo de hambre, ante la falta de pasto. 

"Al final no quedó nada. Había que emigrar. Por cientos nos fuimos yendo. Algunos a Mendoza. Otros a Telén, VictoricaSanta Rosa, o Buenos Aires. Sin calificación laboral nuestro destino fue y es pasar a conformar cordones de carenciados, a ser una carga para el erario público".



 " Esta depredación sigue. El éxodo que comenzó en aquella época, continúa. La gente joven no tiene destino. “El agua debe volver” un 30% del espacio geográfico de la Provincia de La Pampa, y sus habitantes, la mayoría ranqueles, junto a los que nos fuimos, lo exigimos".(1)

A continuación un párrafo de Canuhé, referido a su crítica permanente a las injusticias de vieja data que debieron sufrir, los miles de paisanos que fueron obligados a tomar el camino del éxodo, en lo que se ha denominado "la diáspora saladina".

"Después de la llamada "Conquista...", el Pueblo Ranquel mayoritariamente se fue afincando en esos desolados parajes, con epicentro en Emilio Mitre, departamento Chalileo. El departamento Chicalcó tiene el triste privilegio de poseer el NBI mas alto del sur Argentino y uno de los más altos del país (79 %) y allí nomas están los departamentos cercanos, Curaco, Puelén, Chalileo, Limay y otros.
" El gobierno actual de la Provincia ha intentado cambiar la realidad del Oeste, pero mientras Nación siga sin cumplir con las leyes que contemplan los derechos Indígenas, (23.302 - 24.071 - Artículo 75 inciso 17 de la Constitución) y nos siga considerando como convidados de piedra, los indígenas de La Pampa y del País seguiremos siendo protagonistas de crónicas de este tipo donde priva la economía de subsistencia,  el hambre, la desnutrición, la falta de atención de la salud, con un mal de chagas que se pretende negar pero nosotros sabemos que está como siempre entre nosotros".

Germán y sus hermanos fueron portadores del mal de chagas, el terrible flagelo de la vinchuca, que se alojaba en las paredes y techos de adobes y jarillas.

Germán Canuhé fue presidente de la Fundación "Willi Kalkín", Presidente de FICAR (Federación Indígena del Centro de Argentina), integrante de la AIRA (Asociación India de la República Argentina), miembro de la Federación India del Centro de Argentina, miembro del Consejo Provincial Aborígen (CPA) y cofundador de CICOR (Centro de Interpretación de la Cultura Originaria Rankulche), este último situado en Santa Rosa, provincia de La Pampa, en Argentina.

Además Germán Canuhé es coautor y compilador del libro "Los Rankulche sobre la huella de Mansilla", editado el año 2010 en la provincia de San Luis.

(1) Texto tomado de la Fundación Alihuén.

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