La magia blanca entre nosotrosLos más pequeños, sólo conocíamos la nieve a través del cine y quienes compraban revistas y diarios a través de fotos.
Por aquellos años todavía las vacaciones y el acceso a la tecnología como tener una máquina de fotos, era exclusivo de las familias de alto poder adquisitivo.
Foto tomada por Vidal Saenz desde su casa exactamente enfrente del taller de Martinowsky El fenómeno de la nieve en La Pampa no es tán común como en la zona cordillerana, donde todos los años se repite, con mayor o menor intensidad.
Pero en ciertas ocasiones suelen producirse nevadas de alguna consideración. En los registros del Banco de la Nación Argentina Sucursal Victorica se pueden leer algunos datos referidos a este fenómeno y comentarios sobre su impacto en la agricultura y ganadería de la zona.
La nevada que hasta ese momento permanecía en el recuerdo de nuestros abuelos era la del año 1923, que había sido de gran intensidad y dado el carácter de "temporal" que se extendió por varios días, con lluvias, vientos helados, habría producido gran mortandad de hacienda.
Para nosotros, los niños de seis, siete y ocho años en adelante, la gran nevada de ese invierno del año 1952 se convertiría en "inolvidable". Sobre todo para quienes jamás habíamos salido de Victorica. Teníamos la experiencia del "pampero" soplando sobre todo los meses de julio y agosto, de las lluvias primaverales, de las crudas heladas del invierno continental, del calor agobiante de enero y febrero, pero no sabíamos como era tocar, mirar, palpar y admirar la nieve.
Foto de la familia Martinowsky La familia Martinowsky vivía frente a la plaza "Héroes de Cochicó", estaba integrada por Jose Martinowsky, casado con Alejandra, quienes tenían una hija. El era sastre, profesión que por aquellos años todavía tenía buena demanda. Porque quienes podían se hacían la ropa "a medida"no sólo para los mayores, sino también para los niños.
Cuando José a la mañana temprano, de ese 15 de junio de 1952, abrió la puerta de su taller, se encontró con el maravilloso espectáculo de la plaza totalmente cubierta de nieve. La arboleda, la pirámide, las escalinatas de las esquinas, la base del mástil cubiertos totalmente de nieve, que silenciosamente había caído durante la noche, le recordaron a su Polonia natal.
Le comunicó la novedad a su esposa, quien hizo levantar a su hija "Chichita" y la preparó, arropándola convenientemente para que su padre pudiese fotografiarla. Lo hizo en la vereda del local, que estaba pegadito a la panadería de don Andrés Figueiro. Enfocó hacia el sur, para la esquina de la Municipalidad. En el centro de la calle se hallaba el mástil donde se hizaba la bandera.
Más allá y hacia el lado del Hotel de Padrone, sobre esa misma vereda vivía don Gaudencio Pablo, casado con Manuela, y su familia. El automóvil cubierto de nieve, que se observa en la foto es de su propiedad, que había quedado durante la noche frente a su domicilio.
Foto de alumnos del Colegio San Juan Bosco en el patio de juegos Todavía no habían llegado las vacaciones de invierno, de tal modo que los niños en edad escolar (los que asistieron ese día a clases, más los internos, dado que todavía funcionaba el Internado para niños de otras localidades o cuyas familias vivían en el campo), pudieron gozar de la nieve ese día, haciendo pelotas, animalitos y otras formas para posar frente al fotógrafo.
No sabemos quien tomó el registro fotográfico, pero generalmente alguno de los salesianos solían tener cámaras de foto propia. Aunque a una cuadra y media de allí vivía el fotógrafo don Rex Murad, más popularmente conocido como "el turco Prado". Antes y después de ese momento se había desarrollado la "guerra de la nieve" y hubo algunas caídas de quienes corrían para evitar las "bombas".
Foto de la familia Vallejo-Rodríguez El escueto informe anual que el empleado del Banco copió en el libro el 31 de diciembre de 1952 dice en los primeros párrafos: "En el transcurso de este año se ha operado un cambio favorable fundamental en las condiciones de receptibilidd de los campos de pastoreo de la zona. Debido a que todos esos campos se encontraban con muy poca o nada cantidad de hacienda, en razón de que la mayoría de sus dueños, arrendatarios o pobladores liquidaron casi todas las existencias que calcularon no podrían resistir los efectos de la sequía, el brote en los pastos se prodigó en forma extraordinaria."
E inmediatamente agrega"Contribuyó también a que se operara ese mejoramiento la acción de la nieve caída en tres oportunidades, calculada en 30, 15 y 10 centímetros, produciendo la consiguiente humedad en las tierras que se encontraban resecas."
Seguramente la nevada de los treinta centímetros del informe haya sido la que se produjo el 15 de junio y que la familia Vallejo anotó en la foto.
La magnitud de la nevada le permitió a la señora Cora de Vallejo hacer este muñeco de aproximadamente un metro setenta centímetros de alto, e invitar a los vecinos y sus hijos a tomarse una foto a su lado.
Aquí se han sumado los hermanitos Viglino y su mamá (a la izquierda). La familia estaba constituída por Josefa Arostegui y Adolfo Viglino, quienes tenían dos hijos Luis y "Coca"
Los Vallejo vivían en la esquina de la manzana donde hicieron este muñeco, enfrente del Almacén de Pedro Tomás Arostegui. La familia estaba constituída por don Durbal Vallejo, casado con Cora Rodríguez, quienes tenían dos hijos, el mayor un varón a quien bautizaron con el nombre del padre y una nena a quien le dieron el nombre de Nora.
Para Nora y sus amiguitos de entonces, esos días de alegría quedaron gravados para siempre en su memoria, eran tiempos difíciles, pero los niños y niñas estabamos acostumbrados a jugar en el patio de nuestra casa, en el baldío vecino o en la casa de los amiguitos.No existía la televisión ni las computadoras, únicamente el cine, y la bicicleta era poco difundida, pero como las calles aún eran de tierra eran pocos los que se aventuraban en ellas y por supuesto menos con el suelo cubierto de nieve y congelado.
Foto de la familia Padrone En el año de la gran nevada, Victorica todavía tenía en las "afueras" del pueblo unos médanos espectaculares, donde podíamos jugar y disfrutar de la naturaleza. Estaban situados para el lado de donde vivían los Peracca, a una cuadra de la casa de don Restituto Alfonzo y de don Aguirre.
De la esquina de lo Vallejo a media cuadra estaba la casa de la familia de don Domingo Di Dio, por esa calle derecho hacia el norte a una cuadra y media, pasando delante de la casa de los Gesualdi y de Waldino Alarcón, comenzaba el médano.
Hacia allá se dirigieron los hermanos Padrone y su primo René "Gofio" Di Dio. Llevaron el perro también para que pudiese retozar.
La foto fue tomada por Cristóbal Padrone, hermano de Luis quien sostiene la correa del perro.
Foto de la familia Peralta-Riela en la quinta
Pero si para los chicos todo fue diversión y esparcimiento esos días y muchos de ellos que vivían "lejos" de las escuelas no fueron a clase, para los mayores las actividades no se podían suspender.
Aquí lo vemos a don Miguel Peralta, probablemente preparado para irse a trabajar en la carnicería que tenía a una cuadra de la plaza. Lo acompañan su esposa (izquierda) y sus cuñadas las hermanas Riela.
En el suelo los chicos y chicas en cuclillas o sentados sobre la nieve y todos con un trozo de esa densa escarcha blanca maleable, para mostrarla de distinta manera, incluso demostrando probar el sabor que tenía.
Recuerdo que nuestro padre, como la mayoría, se subió al techo de chapa de la casa con una pala ancha para retirar la nieve acumulada que era un peligro, dado que los techos tienen poca pendiente y evitar que este se hundiera y comenzara a gotear.
En el camino interno de nuestra casa a la de nuestra abuela Jacinta, había un gran molle achaparrado, debajo del cual solíamos jugar, como allí no daba el sol y como esos días estuvo nublado, la nieve tuvo tambien su refugio por varios días más.
Los Cesanelli tenían siempre en el leñero, una buena cantidad de leña, alguna sin trozar y otra cortada. La leña permaneció húmeda por varios días por efecto del derretimiento lento de la nieve y la falta de sol pleno que la secara y eso era un problema adicional para las amas de casa porque todo funcionaba a leña. La cocina, la estufa, el horno y la parrilla dependían de la buena leña que no fuese verde y fundamentalmente que estuviese bien oreada, porque sino el humo invadía los ambientes, pero esa es otra historia.
Cuando la nieve se hace "vieja" se pone de un color ocre, pero continúa siendo peligroso caminar encima de ella, sobre todo con calzado de suela, seguramente que hubo varias resbaladas.
La gran nevada de aquel año seguramente fue una inigualable fuente de experiencia para toda la comunidad pampeana y victoriquense, seguramente en las familias quedan aún muchas fotos, que como las que ilustran esta nota, que ahora se pueden recuperar para poder volver a ver la "magia de la nieve".
PD: Agradezco al Grupo Victorica de Facebook que me permitieron acceder a alguna de estas fotos.
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