Cuando el viajero entra a Santa Rosa, capital de la Provincia de La Pampa, República Argentina, por la ruta Nacional Nº 5, que comienza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como cuando lo hace por la ruta nacional Nº 35, que nace en Córdoba, atraviesa La Pampa y termina en el puerto de Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires), a la vera del camino se encuentra con hermosos ejemplares de añosos eucaliptus, que en algunos tramos ofrecen un buen reparo a los vientos y el abrasador sol en el verano.
Cuando se construyó el complejo edilicio del Centro Cívico y la Terminal de Omnibus, (inicios década del 60) se varió la entrada a la Capital. De aquellos antiguos eucaliptus ha quedado, en el centro de la ciudad, éste que logró salvarse y unos pocos más que subsisten en el lugar donde actualmente funciona una parte del Poder Judicial. En la Plazoleta Mitre, enclavada en el corazón del "Barrio Fitte", también existe un ejemplar de aquellos tiempos, que aún perdura. Eran momentos fuertes, de una arraigada "cultura del árbol". Los vecinos, las autoridades municipales, el gobierno provincial, (a travéz de Vialidad y Asuntos Agrarios) las instituciones, sobre todo los maestros y la escuela, todos pusieron su granito de arena para este "boom" del eucaliptus.
Incluso las abuelas que tenían la costumbre de poner en un recipiente con agua que se calentaba en la cocina, o en la estufa a leña o en los braseros, ramitas con hojas de eucaliptus para facilitar la dilatación de los pulmones y aromatizar las cocinas y los comedores.
También se utilizaba la corteza para hacer tizanas con azúcar tostada para que los niños lo bebieran y les aliviase la tos.
También se utilizaba la corteza para hacer tizanas con azúcar tostada para que los niños lo bebieran y les aliviase la tos.
El estadio de fútbol del Club Atlético Santa Rosa, situado sobre la Avenida Ameghino, también estaba rodeada en sus cuatro costados por eucaliptus. Algo similar por supuesto a la cancha de Belgrano y la de All Boys, porque era una cortina vegetal de doble o triple propósito en los años iniciales en que las mejoras eran precarias.
Los problemas económicos que debió afrontar la Institución deportiva, la década pasada, obligaron a sus autoridades a desprendarse de parte del predio. En la parte vendida se está por inaugurar un complejo habitacional construído por la Cooperativa de Vivienda.
Cuando sus moradores abran sus ventanas podrán percibir el aroma de estas plantas. De esas percepciones nos habla esta poesía de Julio Domínguez ("El Bardino"), quien fuera portero de una escuela, hasta que el gobierno del "Proceso" lo dejó cesante en 1976.
EUCALIPTUS
Escuela 314
He compartido domingos
a orillas de Santa Rosa
con la compañía silenciosa de los eucaliptos;
Sus hojas, han perfumado mi pecho
con el milagro único que tiene la madera.
Están en mi ventana cual pájaros amigos
y yo por su corteza canto, lloro y río.
Madera tierna como el pecho de las águilas
déjame penetrar en tus honduras
como a un vientre violado
y que vengan las calandrias del Oeste
y me perdonen si es que he pecado.
Como no voy a nombrar tu generosa sombra
si estás en los patios de las escuelas
como un amigo milagroso, los sapos te miran
con ojos asombrados como un gigante inalcanzable,
pero a veces tus gajos se inclinan
como una centenaria cabellera sobre otra madera;
ésta que llevo en mis brazos.
Julio Domínguez, El “Bardino” (1933-2007)
Escuela 314
He compartido domingos
a orillas de Santa Rosa
con la compañía silenciosa de los eucaliptos;
Sus hojas, han perfumado mi pecho
con el milagro único que tiene la madera.
Están en mi ventana cual pájaros amigos
y yo por su corteza canto, lloro y río.
Madera tierna como el pecho de las águilas
déjame penetrar en tus honduras
como a un vientre violado
y que vengan las calandrias del Oeste
y me perdonen si es que he pecado.
Como no voy a nombrar tu generosa sombra
si estás en los patios de las escuelas
como un amigo milagroso, los sapos te miran
con ojos asombrados como un gigante inalcanzable,
pero a veces tus gajos se inclinan
como una centenaria cabellera sobre otra madera;
ésta que llevo en mis brazos.
Julio Domínguez, El “Bardino” (1933-2007)
Lo que es actualmente el "Parque Recreativo de la Laguna Don Tomás", al que se ingresa por la Avenida Uruguay o por la Avenida Roca, era hace medio siglo un salitral.
Allí estaban afincados los sectores más pobres, muchos expulsados del campo por la crisis del 30, de la seca y de los vientos, que a La Pampa también le produjo un profundo daño social y otros de la diaspora "Saladina", de la década del cuarenta.
Como el eucaliptus es una planta apta para secar pantanos, se entiende en parte la decisión de plantar semejante cantidad de estos árboles, en los alrededores de la laguna del salitral.
La ruta que une Santa Rosa, con la vecina localidad de Toay, tenía hasta hace unos años atrás, antes que se realizara la obra de ensanchamiento y repavimentación una vía de doble mano y a sus costados una hilera de eucaliptus, donde más de una vez hubo accidentes automovilísticos, algunos de trágicas consecuencias.
En virtud de ello es que la nueva arteria no tiene aucaliptus, dado que fueron eliminados. Solamente queda el tramo viejo del camino que pasa delante del Regimiento. Recuerdo que cuando el colectivo que venía de Victorica, pasaba por Carro Quemado, entraba a Santa Rosa por Toay y observábamos sorprendidos toda la Avenida Uruguay-España con esa doble fila de eucaliptus al centro.
También han sido prácticamente eliminados en las escuelas, por diversos motivos, algunos atendibles y otros no tanto. En los últimos tiempos estamos viendo tronchar estos corpulentos árboles para que su ramaje y su follaje no interfiera los innumerables cables que cruzan la ciudad. Los de electricidad, los de la televisión, los de la telefónica y todas las empresas que tienen negocios aéreos, desguazan sin piedad este patrimonio natural y con ello tiran abajo también historias, anécdotas y recuerdos que forman parte del patrimonio intangible de la ciudad.
Ingresando al Parque y recorriendo el camino que circunvala a la laguna, hacia el oeste se accede a la tranquera de la residencia de campo del fundador de la ciudad don Tomás Mason, quien en homenaje a su hija bautizó la estancia con el nombre "La Malvina".
El público puede recorrer la propiedad, que ha sido reacondicionada y restaurada, donde actualmente se realizan exposiciones de diversa índole, relacionadas con la cultura regional. Subiendo la loma que rodea a la residencia se puede apreciar y recorrer un bosquecillo de eucaliptus, desde donde se puede observar la Santa Rosa actual, que crece hacia arriba, como emulando a los eucaliptus.
NOTA: Todas las fotos que ilustran la presente me pertenecen y fueron obtenidas los años 2008/9
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