Construir una síntesis es una tarea de sumar y no de restar. De incluir y no de excluir. De curar y no de friccionar constantemente las heridas. Es mezclar, combinar y reflexionar sobre las ideas principales, referidas a un tópico y tratar de alcanzar una conclusión valiosa.
Arribar a una síntesis es la tarea pendiente que tenemos como Nación. Y tenemos que intentar elaborarla lo más armónicamente posible.
En primer lugar debe ser una construcción colectiva. Es decir, debe ser una obra de pueblo y gobierno, de la gente con los dirigentes.
En segundo término, para afrontar esa tarea deberemos munirnos de la suficiente grandeza de espíritu, que nos permita la necesaria ecuanimidad en los juicios de valor y aceptar con la mayor tolerancia y respeto posible, no sólo la existencia del otro, sino su visión.
La síntesis debe ser equidistante, y contener lo fundamental, lo esencial. Su contenido debe ser relevante, debiendo reflejar lo más importante y representativo de la tesis original como de las antítesis que se le opusieron.
Pero fundamentalmente la síntesis, debe ser una instancia superadora de las argumentaciones y conflictos anteriores. No debe ser parcial, ni reflejar una visión maniqueísta.
La síntesis debe conservar todo lo positivo que había en las ideas anteriores, para que nos sirva como perfeccionamiento, crecimiento y maduración. En definitiva eso demostraría que tenemos capacidad de aprendizaje. Porque de los errores también se aprende. Esa síntesis sería nuestra aceptación de que la realidad está en constante evolución y que estamos dispuestos a superar aquellos obstáculos que nos impiden transformarnos en una comunidad nacional madura e integrada.
Si queremos avanzar, mejorar, ser un país en serio. Salir definitivamente del infierno, debemos persuadirnos que tenemos necesidad de esta síntesis armoniosa respecto a nuestro pasado.
La síntesis nos permitiría mejorar sensiblemente el presente y sobre todo legarles a nuestros hijos y nietos la posibilidad de gestar un Proyecto de futura Nación, en la que la cultura política, basada en el respeto y la dignidad, nos permita construir una sólida democracia para una Argentina grande que nos cobije a todos.
Entonces si, ellos tendrán la posibilidad de construir una sociedad más justa, integrada, con menos exclusiones y con más oportunidades de crear, crecer juntos, convivir en paz y disfrutar de la vida plenamente, cualquiera sean las ideas políticas que profesen.
Arribar a una síntesis es la tarea pendiente que tenemos como Nación. Y tenemos que intentar elaborarla lo más armónicamente posible.
En primer lugar debe ser una construcción colectiva. Es decir, debe ser una obra de pueblo y gobierno, de la gente con los dirigentes.
En segundo término, para afrontar esa tarea deberemos munirnos de la suficiente grandeza de espíritu, que nos permita la necesaria ecuanimidad en los juicios de valor y aceptar con la mayor tolerancia y respeto posible, no sólo la existencia del otro, sino su visión.
La síntesis debe ser equidistante, y contener lo fundamental, lo esencial. Su contenido debe ser relevante, debiendo reflejar lo más importante y representativo de la tesis original como de las antítesis que se le opusieron.
Pero fundamentalmente la síntesis, debe ser una instancia superadora de las argumentaciones y conflictos anteriores. No debe ser parcial, ni reflejar una visión maniqueísta.
La síntesis debe conservar todo lo positivo que había en las ideas anteriores, para que nos sirva como perfeccionamiento, crecimiento y maduración. En definitiva eso demostraría que tenemos capacidad de aprendizaje. Porque de los errores también se aprende. Esa síntesis sería nuestra aceptación de que la realidad está en constante evolución y que estamos dispuestos a superar aquellos obstáculos que nos impiden transformarnos en una comunidad nacional madura e integrada.
Si queremos avanzar, mejorar, ser un país en serio. Salir definitivamente del infierno, debemos persuadirnos que tenemos necesidad de esta síntesis armoniosa respecto a nuestro pasado.
La síntesis nos permitiría mejorar sensiblemente el presente y sobre todo legarles a nuestros hijos y nietos la posibilidad de gestar un Proyecto de futura Nación, en la que la cultura política, basada en el respeto y la dignidad, nos permita construir una sólida democracia para una Argentina grande que nos cobije a todos.
Entonces si, ellos tendrán la posibilidad de construir una sociedad más justa, integrada, con menos exclusiones y con más oportunidades de crear, crecer juntos, convivir en paz y disfrutar de la vida plenamente, cualquiera sean las ideas políticas que profesen.
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