jueves, 17 de enero de 2013

SALINAS GRANDES LA PAMPA

Las denominadas Salinas Grandes, que se encuentran radicadas en la región del este de la actual provincia de La Pampa, cerca del límite del meridiano V con la provincia de Buenos Aires, tienen una larga historia.

En la época de la Colonia, cuando todavía los españoles usufructuaban de las riquezas naturales y de las personas que habitaban este suelo, un indio de los pampas, encuentra las inmensas salinas. Se lo conoce como Pedro Belachichi, un integrante de una antigua familia aborígen que ha sido cristianizada, que residen en el área de la región de Luján (Buenos Aires), que viven y trabajan bajo el regimen de la "encomienda", a las órdenes del famoso Cabral, el "amigo de los indios".

El descubrimiento de don Pedro, quien es hombre de consideración en las esferas del poder que representan al Rey en éstas tierras, le genera aquel año de 1668, hacerse acreedor a un regalo que recibe de manos del gobernador.

Antes de que se produjera este descubrimiento y su posterior comercialización, toda la sal provenía de España, que como se sabe tenía el comercio monopólico con los habitantes de la Colonia. Como el costo de transporte, encarecía los precios, a lo que se sumaba la actitud de los especuladores el Cabildo de Buenos Aires decide llevar sal para las diversas necesidades de los porteños desde las Salinas Grandes de Hidalgo.

La primera expedición a las Salinas Grandes, fue acordada por el Cabildo de Buenos Aires el 9 de septiembre del año 1716. La expedición estaba al mando de un comandante militar, que era designado por el mismo Cabildo. Las carretas que participaban de la misma se concentraban en la Guardia de Luján o en la laguna de Pantelén, desde donde el convoy iniciaba la marcha rumbo a las nuevas Salinas.

El Cabildo percibía una especie de impuesto a la sal que se extraía del lugar, que era pagado por cada dueño de carreta a razón de una fanega del producto.

La expedición del año 1778 estaba formada por 600 carretas, 12.000 bueyes y 2.600 caballos. Al mando del comandante formaban 1.000 hombres más 400 soldados. A ellos se agregaban dos diputados designados por el propio Cabildo que hacían de contralor del cumplimiento de las normas y acuerdos.

En 1786 vuelve a designarse al Maestre de Campo don Manuel de Pinazo, dada la experiencia que había adquirido. Además de la urgencia de lograr el aprovisionamiento de sal, algún otro motivo debe haber incidido para que la formación de la expedición en cuanto a equipamientos y elementos fuese más nutrido que en ocasiones anteriores.

Entre otros se destacan: recursos humanos formados por 200 blandengues, 150 milicianos y 50 pardos para el arreo del ganado. Se llevaban para el consumo de la expedición 700 cabezas de ganado, 80 arrobas de yerba, 12 arrobas de tabaco para los milicianos. Como también integraban el grupode la expedición sacerdotes, se llevaba una tienda de campaña y demás elementos para decir misa, 6 velas de cera de media libra, 2 barriles de vino para misa y refrescos.

Y para los indios, que ya se habían dado cuenta del valor que le daban a la sal los huincas (extranjeros), se portaba 1/3 de yerba, un barril de aguardiente y una arroba de tabaco, a modo de regalo para que los dejasen pasar y poder salir con el cargamento sin mayores problemas.

Pero esta Expedición trajo la novedad de contar con un cirujano y un Piloto de Altura, de nombre Pablo Zizur, que tenía formación nautica y era además portador de conocimientos de astronomía, que había sido enviado por la Corona Española para resolver el problema limítrofe con Portugal por la Colonia del Sacramento.

Pero lo que en realidad le interesaba al Virrey Loreto, era el plano de la región que había sido encargado muy especialmente a Zizur.



Después de los sucesos del 25 de mayo del año 1810, la cuestión de la sal no perdió importancia, por lo cual el primer gobierno patrio encomendó al Coronel Pedro Andrés García para explorar la frontera y ejercer un control sobre el tráfico que blancos e indios realizaban por el camino de la sal.

García hizo prácticamente el mismo itinerario que Pinazo. Registró todo en un diario de campaña en el que ha dejado descripto todo lo sucedido, particularmente de su contacto con los indios, el que fue publicado por Pedro De Angelis bajo el título de "Diario de un ivaje a las Salinas Grandes en los campos del Sud de Buenos Aires"

El año 1833, el Brigadier Juan Manuel de Rosas, lleva adelante su conocida Campaña militar al Colorado. El objetivo de Rosas es múltiple, pero entre ellos está el no menos importante de asegurar la provisión de sal para la provincia de Buenos Aires, de la que había sido designado gobernador. Es sabido que Rosas tenía importantes lazos comerciales con todos los empresarios de los saladeros de aquella provincia.

El año 1834 hace su aparición en la región de las Salinas Grandes el cacique Calfucurá. El valle del Chilihué y las lagunas de las Salinas Grandes cobijaron el cacicazgo de los araucanos durante cuatro décadas y media, hasta que la operación de la batida final del presidente Avellaneda y su ministro de la Guerra el General Julio Argentino Roca los despojaron no solo de las Salinas, sino de todas las tierras que habían ocupado.

Por allí pasó después en su recorrido el abogado Estanislao Zeballos, de cuyo viaje ha dejado su libro "Un viaje al país de los araucanos". La cruz que se ve en la fotografía de arriba es una réplica de la que hiciera construir Zeballos a la gente que lo acompañó con madera del bosque nativo de la zona, que aún es descripta como "una selva".










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