martes, 31 de marzo de 2009

CINCUENTENARIO ESCUELA "FELIX ROMERO"

PRIMEROS ALUMNOS
Procedencia, actividades, anécdotas

A pesar que el objetivo planteado por los promotores de la Asociación Propietaria del Instituto Privado de Enseñanza Media Básica (que funcionó hasta la provincialización de la Escuela), era abarcar el radio del sur de San Luis y el extremo oeste de La Pampa, su cometido no fue fácil.

Los caminos a finales de la década del cincuenta para esos lugares eran huellas, con medanales. En épocas de sequías con pozos y en épocas de lluvias copiosas con lagunas, que por el encajonamiento de las mismas, no tenían desagote fácil y estaban durante varios días.

Cuando comenzamos las clases el día 1º de abril del año 1959 a las 13 horas, creo que éramos más de treinta alumnos. Por supuesto la mayoría de Victorica, luego algunos de Telén, recuerdo a Gerardo Kenny, una joven de Carro Quemado, Blanca Riesco y un alumno de Arizona (San Luis), nuestro compañero Edmundo Daniele.

Varios hacían uno, dos o tres años que habían dejado la primaria. En mi caso particular hacía más de un año que había egresado de ese nivel y ya estaba trabajando con mi abuelo en la Cantina del Club Social.

Al finalizar ese primer año, ya se había producido un desgranamiento importante. Ante esa realidad las autoridades intentaron retener poniendo en vigencia un programa de becas para los alumnos con mayores dificultades.

Recuerdo que a los alumnos que integramos el Cuadro de Honor al finalizar ese primer año nos obsequió la firma Eladio Rodríguez y Cía. un monto de $ 500,00 que nos depositaron en la libreta de Ahorros de la Caja Nacional de Ahorro Postal, que únicamente podía extraer el tutor del alumno menor de edad.

Alumnos de 1º, 2º y 3º curso, formados en el patio con abanderados y equipo para desfile. Los acompañan el Presidente Angel Villegas, la secretaria Sara Leyton y las profesoras Nelly Figueroa, Adelina Sarranz y Celia Santamarina. Año 1961.

En mi caso ese dinero recién lo retiré cuando ya tenía mayoría de edad, para que con mi propia firma lo pudiera extraer y me sirvió para el inicio de la carrera universitaria.

Los alumnos del Instituto, apoyados por sus profesores, preceptores, directivos y miembros de la Asociación Cooperadora, participaron activamente en las actividades institucionales y culturales de la comunidad de Victorica.

No sólo las actividades de educación física, sino también las musicales y las teatrales tuvieron en distintos grupos de alumnos expresiones amateur, pero realizadas con la mayor responsabilidad no exclusivamente de los profesores, sino también de esos jóvenes participantes.
Actividades.

Recuerdo haber integrado parejas de baile folklórico con otros compañeros y participar de los actos patrios al frente de la Municipalidad. Bailamos con Elba Pili y Susana Viglino “La Cortejada”.

También haber participado en una obra de teatro presentada en el salón municipal, dirigidos por Celia Porras e Irma Poggi. La obra no la olvidaré nunca porque se llamaba “El mancebo que casó con mujer brava”, de Alejandro Casona. La compañera y amiga Marta Guzmán hizo de “mujer brava” y yo de “Mancebo”.

En un pasaje de la misma había una discusión entre la mujer y el mancebo, en donde este enumeraba una serie de trabajos que para él eran torturantes. La memoria me jugó una mala pasada. Yo sabía, o creía saber los textos de memoria, pero una cosa son los ensayos con apuntador y otra cuando está la gente tan cerca y el apuntador está lejos.

Alumas y alumnos de Tercer Curso en el patio de la Escuela (Municipalidad) con el delantal diario. Circa noviembre 1961.

Así que dudé un poco y al final salí con una improvisación, para darle pie a que mi compañera continuara la obra con esta expresión: “y un montón de cosas más...” dije y creo que hubo algunas risas.

En los años posteriores el Colegio salió con la compañía de teatro “La Barraca” “honrando al homónimo que Federico García Lorca formó con sus estudiantes”, ha recordado Irma Poggi, a presentar las obras para todo el público en el Club Cochicó colmado de gran cantidad de público.

Los picnic del “Día del Estudiante” también fueron muy buenas ocasiones para compartir al aire libre actividades entre profesores, alumnos y miembros de la Asociación Cooperadora.
El tradicional se realizaba por aquellos primeros años en el campo del señor Emilio Kenny “La Pradera”. La recorrida por las “barrancas”, los juegos y el baile, los cuentos, el asado al asador de corderos exquisitos, clericó, acompañados por la tarde con la degustación de tortas caseras y rematando el día con una mateada con tortas fritas o pastelitos.
Anécdotas.
En el aula implementada en el salón de actos de la Municipalidad. Sara Leyton con las alumnas, antes de finalizar el año 1961.

Algunas anécdotas de aquellos primeros años iniciales del 59 al 63 vienen a mi memoria. Una vez apareció el busto de yeso del general Victorica con la nariz nota y pintada de rojo como simulando que estaba sangrando. Todos dijeron que no habían sido pero entre los sospechosos estuvieron “Rikin” Lonatti, el “turco” Abdala, Mario Marotti y algún otro.

Cierto día estábamos en el baño antes de la hora de entrada a clases, cuando de repente un compañero saca del portafolio un revolver. Yo no lo podía creer y me parecía que era de juguete, porque había conocido algunos que supieron tener el “Bebe” Castillo y el Omar Conchado, que imitaban muy bien a los reales. Cuando le pregunté al compañero sino era de juguete me contestó que no y me lo dio para que lo tuviera en mis manos. Ahí me di cuenta que era real, por el peso. No dije nada y salí como los demás.

Celia Santamarina profesora de Educación Física ensaya a los alumnos el paso de desfile, en la calle lateral al Club Cochicó y Cementerio. Abanderada Celia Etcheveste, escoltas Marta Etcheveste y Luis Roldán. Año 1961.

Otro día en el patio se armó una “guerra de piñas”, el fruto de las casuarinas que poblaban el patio de la Escuela. Un bando contra otro se tiraban proyectiles, hasta que todo terminó con el ojo del “turco” Abdala en “compota” y en tan malas condiciones que hubo que llevarlo al médico. Anduvo más de una semana con el ojo tapado.

Una última por hoy de mi cosecha: cierto día como lo hacíamos siempre veníamos caminando de regreso de la Escuela hacia nuestros hogares Armando “turco” Abdala, “Beto” Balbi, Jorge Viglino y yo. Nos sentamos en el banco de la plaza enfrente de la panadería de Figueiro y alguien dijo “Che vamos a comprar unas facturas”. Cruzamos la calle y entramos al local. Doña Amalia Viglino de Figueiro nos saludó y nos dijo ¿así que Uds. estudian inglés?, a lo cual respondimos que sí.

Entonces ella insistió “yo también estudie algo de inglés, a ver háganme alguna pregunta”, ante lo cual uno dijo “Whot time it is now?, y ella respondió Yes, yes, yes…” Ante la siguiente pregunta ¿What is your name? Ella volvió a contestar “Yes, yes, yes”. Todos contuvimos la risa, mientras ella nos despachaba y cobraba. Saludamos y nos fuimos a sentar nuevamente al banco de la Plaza, a comentar y reirnos a mas no poder, cuando alguien extrajo del portafolios un pedazo de dulce de batata, que había sustraído sin que nadie se diera cuenta.

Después de bailar folklore en un acto escolar un grupo de alumnas y alumnos de distintos cursos posan para el fotógrafo. (De sombrero Luis E. Roldán)

Irma Aurora Gatica de Poggi recordó en las bodas de Plata de la Escuela algunas otras anécdotas, que aquí resumo:

“..un tapial divisorio del corralón donde se avivaba la vecindad del patio de los curas, lugar donde picoteaban los poyos al decir de Gregoria que eran el blanco del cascoteo de los chicos de quinto y motivo de enojo de nuestros vecinos.”

“En la hoy antesala del imponente salón municipal funcionaba la secretaría con puerta hacia la plaza, pero cuando se necesitó la comodidad de esta sala, se archivó a la secretaria y preceptora en otro lugar y el local se convirtió en aula. Tras el traqueteo de un camino de tierra poceado y arenoso dos profesoras llegaron de la vecina localidad de Telén, golpearon la puerta que para su asombro estaba cerrada por dentro y tuvieron al borde del infarto, cuando voces poco comedidas pero nítidas y muy lejanas a la cortesía contestaron a sus golpes desde adentro.”

“Fueron acusados los de siempre que por supuesto negaron queriendo saber por parte de las ofendidas cuales habían sido las palabras que escucharon, finalmente el menos sospechado se levantó y confesó la culpa, pero nadie podía creerle. Aquí podemos aplicar el refrán, hazte la fama y échate a la cama.”

Celia Santamarina ensaya el coro de la Escuela en el Club Cochicó. Algunas alumnas hacen la venia y otros se están levantando. Con el equipo de gala para desfiles y actuaciones de verano.

Y una última, ocurrencia porque es digna de rescatársela, dado que muestra el desenfado de algunos alumnos, muy simpáticos, pero no afectos al cumplimiento de las “tareas para el hogar”.
Rubén Frois era uno de esos, portador de chispa para las salidas. La profesora quedó boquiabierta y sin saber que hacer ante la carpeta de Dactilografía que el alumno Frois había presentado completa, pero completamente manuscrita.

El desgranamiento fue elevado, motivado por la repitencia, el abandono, el cambio de modalidad en tercer año, dado que algunas jóvenes decidieron proseguir la carrera del magisterio. Otros porque ingresaron al mercado laboral y finalmente algunas jóvenes que se casaron y dejaron sus estudios.

Nuestro grupo fundador, llegó a la ansiada meta final de recibir el título de Perito Mercantil en 1963 con sólo seis alumnos. Cuatro varones y dos mujeres, quienes continuamos agradecidos a todos quienes nos dieron la oportunidad de alcanzar el título secundario.

Para quienes deseen leer más pueden ver las notas relacionadas editadas en días anteriores.

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