Allá por el año 1904 en el
pueblo de Victorica corrió como reguero de pólvora la noticia de la discusión
entre el francés Juan Bautista Cazaux y el italiano Francisco Lemme.
Lemme había venido con la
columna colonizadora que acompañó a las tropas del ejército desde la Villa
Mercedes (San Luis) como proveedor y se había establecido como comerciante.
En tanto que Cazaux era un
recién llegado al pueblo, había arribado con su familia desde la “Isla del
Chalileo”, en la que había sido criador de ovejas, pero se decidió a emigrar porque estaba cansado de las frecuentes inundaciones que afectaban su campo, producto del desborde de los ríos Salado y Atuel.
Según dicen las noticias
periodísticas, Cazaux decide vender todo porque una prolongada lluvia, sumada a las crecientes de los ríos había
producido la muerte de muchos animales y antes de perder todo decidió buscar
otro horizonte para su familia numerosa. Traía mucho dinero ahorrado, más el
producto de la venta, con el cual le compró a Lemme el hotel y el almacén que
estaba cruzando la calle.
El pleito comenzó a los pocos
días cuando se descubrió, con la caída de un revoque, que las paredes estaban
asentadas en barro. Los Cazaux después compraron una chacra y algunos fueron
concejales y juez de paz.
…
La década de los “años malos”.
Para comienzos del año 1930 en
los alrededores de la cuenca de los ríos Atuel-Salado-Chadileuvú-Curacó ya
estaban fundados todos los pueblos y paralizadas las líneas de ferrocarriles,
con proyectos hacia el oeste que nunca se concretaron.
Había aparecido el automotor, que iría desplazando lentamente al transporte de carga tracción a sangre, pero
aún no había puentes, así que era un peligro cruzar cuando los ríos traían mucha
agua.
Pero en estos años se combinó
además de prolongadas sequías, fuertes vientos huracanados. La agricultura
temprana y la falta de conocimiento de los manejos de los suelos arenosos
produjeron la voladura de la capa fértil del suelo. Los escasos rindes de las
cosechas eran devorados por las inmensas plagas de langosta.
A todo esto, se sumó la caída
de los precios internacionales de la lana, los granos y las carnes y trajo como
consecuencia la quiebra de los pequeños comercios.
Entre los años 1933 y 1937 se
producirán la interrupción de varios de los brazos con que las aguas del Atuel
ingresaban al Territorio Nacional de la Pampa Central, conformando un gran
delta y dando origen aguas abajo a grandes humedales. Algunos fueron por
taponamientos y desvíos construidos por lugareños en territorio mendocino.
Allí se produjo a lo largo de
casi toda la década un éxodo continuo de adolescentes y adultos jóvenes que
emigraron hacia el este, arrimándose a las orillas de los pueblos de Victorica,
General Acha, Toay en busca de trabajo. A veces también las familias numerosas
preferían emigrar por motivos de educación y de salud. En 1933 se había cerrado
la escuela de la Colonia Emilio Mitre por falta de alumnos dijo el maestro.
…
El corte del Atuel
Cuando el año 1947 se puso en
marcha las turbinas del complejo “El Nihuil” construido por el Estado Nacional
sobre el cauce del río Atuel, en territorio de Mendoza, el cauce histórico del
rio que solo tenía activo un brazo denominado “Arroyo Butaló” que pasa por
Algarrobo del Águila, el agua no llegó en cantidad suficiente.
La viuda de Domínguez, la
madre de los hermanos Tomás, Félix y Julio, doña Ana Alcaraz que había sufrido
la pobreza y el desamparo de la década anterior les dijo a los suyos, “acá no
hay nada más que hacer” y comenzaron a juntar sus cosas para emigrar hacia
Santa Rosa. Terete el nieto y sobrino recordaba que ellos vivían a pocos metros
de la costa del rio y que solían ir a pescar.
Llegaron a Santa Rosa y se
ubicaron en una manzana fiscal donde de a poco levantaron el rancho con las
cosas que habían traído en el camión de su tío Amir Sol.
Aquí tuvieron que cambiar de
oficio. Terete fue “chico de los mandados”. Julio se hizo lavacopas y Tomás
jornalero rural a destajo. Después con los años los hermanos Dominguez contaron y cantaron como era la vida en el oeste pampeano.
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