jueves, 17 de octubre de 2013

EL CONCEPTO DE LEALTAD EN EL PERONISMO

Muchas veces se ha dicho y se ha escrito, que el peronismo nació por la demagogia que el Coronel Juan Domingo Perón, utilizó durante su participación en el gobierno de la revolución del 4 de junio del año 1943, en las que comenzó como Secretario de Trabajo y Previsión y terminó defenestrado los primeros días de octubre del año 1945 cuando era Vicepresidente de la Nación, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión.

Si bien es cierto que el concepto de lealtad proviene del ámbito militar, cuando Perón se decide a tomar el camino de la política arriesgando su cargo militar, comienza también una resignificación del concepto de lealtad para adaptarlo a ese nuevo mundo que nacía bajo su liderazgo.

Liderazgo que algunos han tachado de personalista, otros de bonapartista y otros de fascista, pero que como todo liderazgo democrático, comenzó un 17 de octubre del año 1945 cuando gran parte de los trabajadores, empleados, trabajadores por cuenta propia y una gran corriente humana de agradecidos, se hace presente en la plaza de mayo, solicitando que aparezca el Coronel Perón que había sido detenido en la isla Martín García.

Es ahí cuando comienza el trasiego de la lealtad desde el ámbito militar hacia el ámbito político al que se desplazaba Perón cuando aceptó presentarse como candidato si había elecciones libres.

"En síntesis, puede decirse que la lealtad:
a. es una virtud de carácter moral;
b. constituye una cualidad inherente a las personas, que simplemente está o no presente en ellas;
c. es recíproca, constituyendo la base de las relaciones entre compañeros;
d. en el mismo sentido, ella es la base de las relaciones que se dan entre quien conduce y quienes siguen, siendo pues el fundamento de la conducción política;
e. es asimétrica, en el sentido de que la lealtad de quien conduce engendra la de quienes lo siguen, y no al contrario;
f. sobre ella se asienta la unidad de propósito en que se fundan las empresas colectivas;
g. se dirige a diversos objetos: el Movimiento, el partido, la doctrina nacional justicialista, los compañeros, la Patria o la Nación, el pueblo argentino, etc.;
h. sin embargo, su referente y objeto último es siempre Perón, ya sea en tanto creador de aquello a lo que se es leal (del Movimiento, del  partido, de la doctrina, y en consecuencia, de lo que hace de los compañeros, compañeros) o en tanto encarnación de los intereses de aquello a lo que se es leal (de la Patria o la Nación, del pueblo argentino)."(el énfasis me pertenece)


Siempre he creído, que mientras vivía el líder y creador del Movimiento Nacional Justicialista, la lealtad indiscutiblemente era hacia su persona, porque era el apoyo necesario para llevar adelante el gran proceso de transformación en el ámbito social, económico y político que había engendrado y que tenía como primero y último destinatario al pueblo y dentro de éste con preferencia hacia los sectores más humildes, como enseñaba la doctrina social de la Iglesia en la que abrevaba.

Pero a partir de la muerte del General Juan Domingo Perón, a mediados del año 1974, el concepto de lealtad necesitaba de una adaptación a las nuevas circunstancias. Era evidente que las grandes discusiones ideológicas dentro del Movimiento, habían calado hondo en la organización del mismo. Por eso se resquebraja entre los "verticalistas" que apoyaban a ciegas a Isabel Perón y los antiverticalistas que pretendían corregir supuestos errores o iniciar un nuevo camino hacia el socialismo nacional que el propio Perón había alentado desde el exilio.

Los verticalistas demandaban y exigían lealtad, porque se creían "herederos de Perón" y acusaban a los antiverticalistas como traidores al Movimiento. Sin embargo Perón había dicho antes de morir "mi único heredero es el pueblo".

Por eso había que prestar atención a la organización popular de carácter movimientista, con profundo sentido frentista, que había dejado estructurado en ese momento el peronismo, con Perón su máximo conductor y líder indiscutido de los trabajadores. La gran participación de los trabajadores organizados en los sindicatos y enrolados en una Confederación General del Trabajo única, en la política del justicialismo fue la piedra de toque. Perón nunca quiso generar un Partido Laborista al estilo internacional. Siempre pensó que "la organización es lo único que vence al tiempo" y murió defendiendo esas organizaciones a las que les daba el lugar de "columna vertebral del movimiento" y que le habían ayudado a ganar todas las elecciones en las que se presentó desde 1946 a 1973.

Entonces la lealtad debía ser para el Movimiento Nacional y Popular organizado bajo esos parámetros. Un Movimiento, no un Partido que sólo era la herramienta electoral. Un Movimiento que había tomado para su gran capítulo de reforma social, la doctrina social de la Iglesia Católica y que con la participación de Evita, realizó una enorme tarea de dignificación social no igualada hasta la fecha.

Después del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, viene una política de desperonización de la política argentina, que utilizó como llave maestra la eliminación de la industria nacional que se había desarrollado al amparo de las políticas desarrollistas proteccionistas del Movimiento Nacional, pero que tenía como objetivo primordial terminar con la dirigencia peronista en los sindicatos.

Cuando en 1983 se dan las elecciones de reposición del sistema democrático argentino, el peronismo pierde por primera vez una elección. Ya no estaba el líder, la organización se había dividido por apetencias personales de los dirigentes y el pueblo trabajador, ante la confusión, dividió también su voto. Alfonsín intenta aprovechar su momento de máximo liderazgo y lanza el proyecto de ley de reforma del sistema sindical argentino. El peronismo logra mediante aliados no dejar pasar el proyecto en el Senado y la mencionada reforma no prospera.

A partir de ese momento se convierte en el adalid del peronismo el líder de la CGT Saúl Ubaldini, quien encarnaba en ésa organización la lealdad a las bases del Movimiento y por sobre todas las cuestiones la lealtad doctrinaria.

Pero a partir de la presidencia de Menem, el peronismo aplica las recetas del liberalismo político y económico, produciendo una desviación del Movimiento hacia el ala derecha con una desvalorización de la doctrina propia que había generado el peronismo. Hubo nuevamente un periodo largo de leales, desleales y traidores, pero unos y otros ingresaron en el siglo XXI con una nueva derrota del peronismo a manos de una alianza entre un sector del peronismo antimenemista y la Unión Cívica Radical.

A partir de allí cada vez más se hizo evidente que los dirigentes habían archivado aquel mandato fundacional de "Primero la Patria, después el Movimiento y por último los hombres" y en muchos casos funcionaba exactamente a la inversa. La doctrina debilitada,  la organización segmentada y la práctica política con alta dósis de pragmatismo, pero sin estrategia de largo plazo, escasa de valores humanistas y cristianos como había sido la raíz en sus orígenes, dejó al peronismo al borde de su desaparición nuevamente.

Perón había dicho en su discurso de la noche del 17 de octubre de 1945 ante la plaza de mayo llena: "interpreto este movimiento colectivo como un renacimiento de la conciencia de los trabajadores" y también agregó "sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta Patria la unidad de los argentinos".

Lamentablemente en la actualidad no está claro como se resolverá la disputa entre los dirigentes del Partido Justicialista y los del Frente para la Victoria, con tres centrales obreras que se disputan el poder político, con muchos dirigentes sindicales que se han convertido en empresarios, con gremios que han cooptado las obras sociales, para financiar sus cajas, dejando en segundo lugar los servicios de calidad a los afiliados, la organización ha dejado de ser leal con sus trabajadores. Y como ha quedado expresado más arriba, la lealtad es asimétrica, por lo tanto si no hay lealtad de los que conducen, dificilmente habrá lealtad de los que siguen a los distintos caudillos.

FUENTE UTILIZADA
Balbi, Fernando Alberto "De leales, desleales y traidores" primera edición Editorial Antropofagia, Buenos Aires año 2007

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