miércoles, 25 de septiembre de 2013

MARIA F. BUSTOS BAZAN DE ARES

La niña María Fredesbinda Bustos había llegado a Victorica con su familia en los primeros años de la década de 1900. Asistió a la Escuela de niñas Nº8 y al término de sus estudios primarios partió a Buenos Aires a estudiar magisterio. Se recibió a fines del año 1922 y regresó al Territorio de La Pampa a ejercer la docencia. Inició su carrera en la escuela Nº 14 de Alta Italia y a partir de 1925 vuelve a su pueblo, desempeñándose en las escuelas de niñas primero y luego de la fusión, en la escuela Nº 7.

Su carrera en el magisterio la llevó a desempeñarse no sólo como maestra, sino que ascendió a vicedirectora, luego a Directora y finalmente a Inspectora. Su ahijada, Elsa García de Viniegra nos ha alcanzado amablemente, entre otros documentos y libros que le pertenecieron, un texto redactado por doña "Mecha" como se la conocía allá por la década de 1960.

La prosa de la señora María F. Bustos Bazán de Ares, como su poesía,  están escritas con mucho amor por la escuela, los niños, la Patria en suma. Con mucha evocación de la Victorica de las primeras décadas del siglo XX, su patria chica, de cuya vida cultural ella participó plenamente.

El texto lleva como título "Celebraciones de allá lejos". Lamentablemente no tiene fecha, pero se puede inferir que lo escribió luego que las autoridades municipales de Victorica decidieran talar los eucaliptus de la escuela, en la década de 1960 y dice así:

"En tiempos idos las celebraciones importantes tenían un sabor particular; así los 25 de mayo comenzaban el día anterior, preparando los almidonados guardapolvos y seleccionando las más vistosas escarapelas. Y era especial el nerviosismo de la noche con un amanecer que no llegaba.

A la salida del sol las columnas escolares se agrupaban alrededor de nuestra histórica pirámide para entonar el Himno Nacional; sorteando la somnolencia y el frío con mucha fe y algunas galletitas "BU-BU". Son recuerdos limpios que duermen en nuestro remanso interior, desafiando el tiempo y el olvido.

Fotografía de la década de 1940, a la derecha algunos de los aucaliptus frente al edificio de la ex escuela de niñas Nº 8 que no aparece en la toma y que fue demolido en la década de 1950
 
"Otras celebraciones no tan solemnes fueron las plantaciones de árboles a lo largo de las calles de nuestro pueblo o dentro del solar escolar. Un 11 de setiembre (nos uníamos al homenaje del gran sanjuanino) plantamos eucaliptus, frente al edificio escolar que da a la plaza "Héroes de Cochicó".

Teníamos la tutela serena y firme de nuestra querida directora, Sra. Estela Parodié de Zamarbide, y era todo un retozo ubicar los arbolitos en los hoyos preparados, alinearlos y concluir la tarea con abundante riego. Terminábamos cansados pero felices, al intuir que nuestra simple tarea, casi un juego, terminaría en algo gigantesco.

Y así fue; los eucaliptus de la Escuela 7 crecieron buscando cielo, para dar fe de lo que allí se hacía y para certificar su tutela, allí donde la Patria iba creciendo. !Oh eucaliptus, serenos guardianes del quehacer escolar!

Cada amanecer Victorica despertaba con el grito áspero de centenares de loros y cotorras; tenían allí en las copas altas sus nidos y atalaya y al atardecer indicaban también el fin del día volviendo a sus nidos, después del retozo de una jornada plenamente suya.

Eran los dueños del espacio azul y en las tardes serenas rasgaban la inmensidad "los relámpagos verdes de los loros". Todo ya pasó y es casi sólo un recuerdo...

El poeta dijo: "Los árboles mueren de pie" y habría que agregar: cuando los respeta el vendaval y la maldad indiferente de los hombres... Eran corpulentos, soberbios, acaso demasiado árbol para los lugares que ocupaban y fueron abatidos.




Fotografía de la década de 1950 se observan los eucaliptus y detrás el nuevo edificio de la Escuela Nº 7  habilitado el año 1951 

"Pudo más lo negativo; lo positivo fue en darse a raudales en belleza, majestad, salud y aromas... Ahora en la perspectiva escolar priva la mampostería; pues los gigantes ya no están; los gigantes que saneaban y perfumaban el aire y daban reposo a las aves y luz a los espíritus...

Al volver a Victorica siento un gran vacío, el vacío de las cosas que son infancia y queremos desde siempre.
Pensar en el bien de un árbol y en el costo que encierra su crecimiento, duele al alma al saberlo desaparecido. Ahora sé con resignación sin atenuantes que los colosos también caen... !pero no se olvidan!...

"Escuela 7: Cumbre y hondura, serenidad y paz y más que ello el nido cálido que salva la ternura humana".

Es indudable que para un alma sensible, el acto de la tala de los eucaliptus, significó para doña Mecha un gran desgarramiento, por eso estas estrofas relatan la tristeza de su corazón y la añoranza de la época de su niñez.

Es que para el espíritu de una maestra sarmientina de ley, formada en las épocas en que se festejaba anualmente la semana del árbol, con plantaciones como las que ella recuerda, que se había criado en una casa y una quinta donde abundaban los árboles y las plantas, no le estaba permitido aceptar esa muerte de los eucaliptus y mucho menos olvidarlos.

FUENTES
Discurso escrito a máquina de María F. B. de Ares "Celebraciones de alla lejos..."
Fotografías de Vidal Saenz y de María Antonia Garzaniti

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