viernes, 20 de abril de 2012

YPF Y LA POLITICA

La Republica Argentina es desde siempre un país agricolo-ganadero, con petróleo, no un país petrolero.
El petróleo estaba en las profundidades del subsuelo argentino, junto con el gas y como no teníamos capitales ni tecnologías suficientes, pero tampoco un gran consumo interno, durante varias décadas desde su descubrimiento en 1907 en Comodoro Rivadavia (Chubut), tuvimos reservas con un horizonte de tres o cuatro décadas.

Pero a medida que fue creciendo la población y fundamentalmente del desarrollo del automóvil ese consumo fue aumentando. El problema, es que la mayoría de nuestro petróleo es pesado y para obtener naftas de alto octanaje, siempre debimos recurrir a la importación para realizar las mezclas.

En 1954, Arturo Frondizi fue elegido presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Sus múltiples compromisos políticos no le impidieron dedicarse a la actividad intelectual y así fue como a fines de ese año publicó Petróleo y Política”, libro-denuncia sobre la actividad de las empresas petroleras en Argentina, y propuso el monopolio de YPF sobre el sector. El libro se transformaría en un "best seller" al año siguiente, durante los fogosos debates sobre los contratos petroleros firmados por el presidente Juan Domingo Perón y la Standard Oíl de California, y posicionaron a Frondizi en un primer plano de la escena política nacional.
Pero resulta que cuando asumió la presidencia de la Nación con los votos peronistas, dejó de lado todo lo que había escrito en su libro y se decidió a dar su “Batalla del Petróleo” convocando nuevamente a empresas extranjeras para su extracción en búsqueda del autoabastecimiento.

En la década del sesenta y durante el gobierno de Arturo Illía el radicalismo decide avanzar sobre los contratos petroleros que había firmado Frondizi, con lo cual la Argentina debe pagar una alta cifra de indemnizaciones.
En la década de 1970 los militares tratan de diversificar la matriz energética de la argentina, realizando obras para producir hidroelectricidad y dan comienzo a la construcción de centrales nucleares.


Cuando llega el peronismo nuevamente el gobierno, se produce la disparada internacional del precio del petróleo impulsado por el cartel de los países árabes asociados en la OPEP. Muerto Perón su sucesora Isabel Martínez atina a nacionalizar las bocas de expendio de combustibles que estaban en manos de empresas extranjeras y centralizarlas todas en YPF.

Durante la dictadura del autodenominado “proceso de reorganización nacional”, los militares golpistas de la mano de Martínez de Hoz vuelven a convocar al capital internacional y a YPF, todavía propiedad del Estado Nacional Argentino, la someten a un proceso de endeudamiento externo como no había tenido antes, complicando aún más su cuadro de resultados.
Pero ese endeudamiento no se utilizó para capitalizar la Empresa YPF, dotarla de nueva tecnología ni para planes de exploración. Lo que se hizo fue desviar esos créditos para la compra de armamentos, que permitieran apuntalar las hipótesis de conflicto de la dictadura.

Cuando llegan los gobiernos del nuevo turno democrático, el déficit de la empresa YPF era muy importante, siendo un caso excepcional, dado que era la única empresa petrolera de un Estado que daba pérdida.
Fue por eso que durante el gobierno de Carlos Menem se abrió las puertas a la privatización de la misma con el objetivo de lograr extraer más petróleo, de darle el negocio al capital extranjero y de utilizar los fondos que se obtuvieran por su venta para pagar parte de la fabulosa deuda acumulada con los jubilados en el sistema previsional.

Esa privatización, de hace veinte años atrás, vale recordar porque es parte de esta historia, fue avalada por todos los gobernadores de provincias con petróleo de nuestro país, porque el gobierno nacional prometió pagar los juicios que se habían puesto en marcha contra el Estado Nacional que no había cumplido con el pago de las regalías a las provincias, según las leyes y la constitución vigentes, en un país federal.
Dentro de esos gobernadores estaba el de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, quien como el resto de sus colegas acompañó con el voto de los Senadores de su provincia esa venta.

Ahora la actual Presidente de Argentina Cristina Fernández de Kirchner, ha  enviado una ley al Congreso Nacional para producir la expropiación de las acciones que están en cabeza de la empresa privada española REPSOL. El proyecto contiene una clausula que intenta poner coto a esa especie de paranoia argentina de nacionalización-privatización, exigiendo para el futuro los dos tercios de votos del Congreso Nacional para modificar la ley que se sancione.

Digamos que la medida es positiva, dada la situación que en materia energética está atravesando nuestro país. Pero además que es políticamente correcta, dado que REPSOL ha incumplido contrato, convenios y acuerdos. Ha estado remitiendo utilidades a su casa matríz sin atender las obligaciones del plan de inversiones.


Está nacionalización, va en línea con las anteriores decisiones de renegociar la deuda externa exigiendo una quita del 75 %, de la reestatización de las AFJP, de la reestatización de Aerolíneas Argentinas, de Aguas Argentinas y del Correo Argentino.
Veremos si desde el punto de vista económico la expropiación resulta conveniente para las arcas fiscales y si la reacción internacional que provoque la medida puede ser digerida sin mayores problemas en el mediano plazo.

Hay que tener en cuenta que nuestro país aún no ha terminado de cerrar el proceso de la renegociación de su abultada deuda externa, cuya cesación de pago se declaró el año 2002. Esto podría complicar aún más el aislamiento internacional en el mercado de capitales externos, fundamentalmente para las empresas privadas.
Es de esperar entonces que se abra, luego de tener el nuevo marco jurídico, un periodo de negociaciones y que se avance en la revisión de todas las concesiones, dado que no sólo REPSOL, sino todas las empresas privadas no habrían cumplido con las normas contractuales en materia de exploración, explotación, refinación y distribución, no sólo de petróleo, sino también de gas.

Los objetivos de largo plazo son recuperar soberanía sobre un bien absolutamente estratégico, el autoabastecimiento de hidrocarburos que hemos perdido y generar más producción y trabajo argentino.
Pero dentro de las pautas de la “profundización del modelo”, habría que pensar seriamente que nuestro país debe hacer el gran esfuerzo por recuperar y transformar el sistema ferroviario, tan necesario en un país tan extenso como el nuestro y que tantas vidas humanas pierde anualmente en sus vías y en sus caminos que no están en condiciones de sostener un tránsito total de mercaderías y personas.

1 comentario:

  1. Muy bien escrito. Se escapa un poco la evidente trayectoria docente entre las lineas y la postura politica casi pasa desapercibida. Muy agradable la nota. Muchas gracias!

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