domingo, 14 de febrero de 2010

LA INDUSTRIA DEL LADRILLO

Un antiguo trabajo familiar en La Pampa.

Desde hace algunas semanas ha saltado a la agenda publica los reclamos de un grupo de horneros instalados en Santa Rosa, la capital de La Pampa, por la situación de desventaja en la que se encuentran, con respecto al ladrillo proveniente de otras provincias.

La fabricación de ladrillos quizá sea la primera industria pampeana que comenzó allá por 1882 en Victorica por parte de los soldados, en el lugar que hoy conocemos como "Los pisaderos".

La mayoría de ellos funciona con el trabajo familiar incluyendo a los niños, con escasa tecnología y con los procedimientos y elementos primitivos para la fabricación de ladrillos. Aunque a veces aún las mujeres ayudan también al momento de cargar o descargar el transporte.

Los hombres son los que guardan los secretos de los conocimientos vinculados al proceso, que se van transmitiendo oralmente de generación en generación. Uno de los principales artífices es el experto en armar la hornalla y quemar, dado que de su sapiencia depende lograr un buen producto, con el mínimo porcentaje de desperdicio.

La venta, para quien no tiene camión, es otra desventaja. Dado que los competidores se estacionan frente a la obra con modernos camiones y acoplados.

Como se puede observar en esta secuencia fotográfica, el trabajo de los caballos no es menos que la de los seres humanos que se dedican a él. Los pisaderos del barro, mezclados con la liga que se utiliza en su fabricación son prácticamente del mismo diseño que hace más de una centuria.




El gobierno provincial, acaba de entregar hace pocos días atrás unas ruedas metálicas para sustituir este sistema ancestral e intentar algún tipo de incorporación de tecnologías que también ya son antiguas.

Estas ruedas las vimos nosotros en la década del setenta funcionando en hornos de ladrillo de los hermanos Suppo en Eduardo Castex, tiradas desde afuera por un pequeño tractor.


La queja de los horneros de Santa Rosa, no es nueva, proviene de hace muchos años. Aunque ahora se ha agudizado, dado la falta de ventas de su producto, ante la presencia de adobones provenientes de la provincia de Mendoza fundamentalmente, que transportan los camiones que vuelven de allí y aprovechan el viaje.

Antes y ahora, están demandando la sanción de alguna norma legal, que les otorgue protección, frente a una competencia, que los acosa y les deja pocas perspectivas de seguir subsistiendo, en este oficio duro, sacrificado.

La ley denominada "Compre Pampeano" podría ser uno de los instrumentos, pero para que se aplique la misma hay que cumplir una serie de requisitos, que no siempre se alcanzan por parte de este grupo.
Los dueños de los hornos, vienen solicitando hace muchos años un tratamiento preferencial para el producto que ellos elaboran, frente a la invasión del adobón que los deja fuera del mercado fundamenalmente por menor precio y mayor calidad del producto, dos cuestiones al que los compradores del sector privado prestan preferencial atención.



El menor precio del producto no pampeano estaría basado, según la queja que han presentado ante los organismos provinciales y nacionales, en que Mendoza entrega tierras a inmigrantes de países vecinos, que en vez de dedicarlos a la agricultura, terminan dedicandolas a la producción de adobones.

Es por eso que están solicitando un "blanqueo" impositivo de esta industria, que ha venido trabajando mayoritariamente en el mercado informal.



Además reconocen que ellos no pueden aumentar la calidad de su producto, dado que las tierras que ocupan ya han sido agotadas y para no encarecer más el producto no pueden irse a lugares lejanos o pagar para comprar el derecho. También la leña y la liga que utilizan se ha comenzado a agotar, después de más de cincuenta años de fabricación en el mismo sitio.




Este es un trabajo que, dado la escasez de recursos, la baja mecanización y la practicamente nula reinversión en la industria, se realiza a "cielo abierto". Son muy pocos los que cuentan con elementos suficientes y necesarios para evitar la destrucción, en casos de lluvias, vientos fuertes, granizo o heladas, y pérdida de una parte del producto en proceso de elaboración.




Por otra parte en Santa Rosa y otras ciudades vecinas, la construcción de edificios de más de una planta se viene realizando, desde hace varias décadas con ladrillos cerámico hueco, que proviene también de otras provincias.

Hubo una experiencia fallida de instalar en Toay una fábrica de ladrillos cerámicos para competir con el que provenía de otro origen.

A todo eso debe sumarse también los bloques huecos de hormigón, otro producto que compite con el ladrillo y el adobón para ciertos tipos de construcciones, reduciendo aún más el mercado que antes se concentraba en el ladrillo común.


La mayoría de los horneros tradicionales continuan faricando el ladrillo común, aunque hay algunos que se han pasado al adobón. Para eso se necesita cambiar la medida de los moldes siendo una inversión que no todos pueden financiar. La mayoría de ellos está desbancarizado, no son sujetos de crédito y los que han obtenido de los organismos provinciales en su momento, no han podido devolverlos.

Casi todos tienen familias numerosas y cuando los jóvenes comienzan con sus demandas a los progenitores que no pueden satisfacerlas, terminan por conchabarse en changas en otro lugar, porque la empresa familiar no puede sufragar los ingresos semanales que pretenden.



La carga tributaria: derecho municipal, impuesto provincial a los ingresos brutos e impuesto nacional (monotributo), no es fácil de soportar. Esto termina siendo un circulo negativo para la comercialización, dado que aquel hornero que no tiene factura en regla, el Estado ni los contratistas, pueden adquirirle su producto.





En Santa Rosa en el denominado "Barrio Los Hornos", los gobiernos provinciales que se han sucedido a lo largo de las últimas décadas han tratado de mejorar las condiciones de vida de las familias.

Para ello se construyó una escuela en el Barrio, después se han ido construyendo viviendas lo más cerca posible para los dueños o sus descendientes en los alrededores del Barrio, dotándolas de agua potable y de energía eléctrica.

Se les ha instalado Posta Sanitaria cercana para atender la salud en su etapa de prevención y primaria, dado que la actividad tiene altos riesgos, sobre todo ahora con las enfermedades que se han vuelto a instalar en la Argentina, el cólera, la fiebre amarilla, el dengue y
otras contagiosas.










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