miércoles, 16 de diciembre de 2009

NUESTRA PROFESORA DE INGLES

Lucita Schulte de Kenny

Cuando ingresamos a primer año del entonces Instituto Secundario de Nivel Medio “Félix Romero” en Victorica, conocimos a la profesora de inglés, alguien que nos comenzó a hablar en un idioma que no entendíamos y que sería de allí en más una obligación estudiar para aprender.

Era Lucía E. Schulte, nacida en Buenos Aires el año 1916. Había obtenido el título de Maestra Normal en 1935 y de Profesora de Inglés en 1938 en el Instituto Nacional en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”.

Se casó en 1940 con Emilio Kenny uno de los hijos del Irlandés Tomás E. Kenny afincado en la zona de Telén a principios del siglo XX y con él se vino a vivir a La Pampa.
Fue maestra de sus hijos mayores, hasta que en 1954 se trasladaron del campo a vivir en Telén. A la vez que las niñas y niños se integraban a la escuela del pueblo, Lucía ingresó a formar parte del plantel docente como maestra de 5º grado.

Como era la madre de uno de nuestros compañeros, Gerardo Kenny, alguno de nosotros pensó que eso le daría cierta ventaja como estudiante, dado que en su hogar se hablaba inglés.

Tres de las profesoras fundadoras -entre ellas la señora de Kenny a la izquierda- sostienen entre sus manos la medalla recordatoria del 25º Aniversario de la creación de la Escuela Secundaria, que sostuvieron con su dedicación, y en muchos casos ad honorem por más de tres años.

Además provenía de una familia propietaria de campo, con altos ingresos. Su padre don Emilio Kenny había trabado amistad con el entonces gerente del Banco de la Nación Argentina Sucursal Victorica, quien era el presidente de la Entidad Propietaria, por lo que Gerardo se hospedaba de lunes a viernes en la casa de la familia Villegas.


La profesora de inglés vivía con su familia en Telén, la localidad vecina a la que se llegaba por el camino de tierra que iba entre los campos y chacras, que era una huella, en la que había que ceder la mano para no encajarse.

Lucita como le decíamos al comienzo, era una mujer adelantada para aquella época, dado que sabía manejar camioneta y automóvil, lo cual le facilitaba no depender de otra persona para el traslado.

Obviamente que era el ama de casa de su familia numerosa, la que después de atender sus obligaciones hogareñas, llegaba a Victorica para dictar su clase de inglés.

Hasta que conseguimos los primeros libros pasaron varias semanas, de modo que había que copiar lo que ella escribía en el pizarrón, palabras que para la mayoría de nosotros eran desconocidas.

Ella tenía una voz suave y muy dulce con una pronunciación que nos hacía recordar las películas que veíamos en el cine. También era portadora de una infinita paciencia para insistir con los alumnos más rebeldes o desapegados al estudio del idioma de Shakespeare.

En primer año éramos alrededor de cuarenta alumnos, algunos con más y otros con menos aptitud para la pronunciación como la profesora pretendía. Muchas veces la deficiente pronunciación y sobre todo la improvisación de algunos, poco estudiosos, hacían desatar la risa de toda la clase, cuando ella corregía.

En el patio de la Municipalidad donde funcionaba por entonces la Escuela de Comercio, se llevó a cabo la entrega de diplomas a fines de abril de 1963. La Directora Nélida Suarez de de la Torre observa el momento en que "Madam" Lucita entrega al Perito Mercantil Luis E. Roldán.

En las otras asignaturas, algunos que estudiaban de memoria podían recitar, casi desde la primera frase a la última, la lección, pero en inglés eso era de relativa ayuda, dado que además de recordar el significado de las palabras, había que lograr dos objetivos más. Escribirlas correctamente y pronunciar fonéticamente con exactitud cada vocablo, para expresar lo que estaba escrito.

A todo esto el idioma tenía otra dificultad, que la construcción de la oración era totalmente distinta a la del castellano materno, lo que lo hacía más complicado aún y por lo cual muchos alumnos se sentían frustrados.

Lucita a medida que pasaron los meses, y con el correr de ellos se fue produciendo el natural desgranamiento, se esmeraba en la preparación de las ayudas didácticas para favorecer la comprensión de nosotros y motivarnos para amigarnos con su materia.

Cuando llegó el día del estudiante fuimos invitados por ella y su familia al campo “La Pradera” a realizar el picnic, lo que después se hizo una costumbre anual.

Al llegar a tercer año aquellos casi cuarenta alumnos nos habíamos reducido a solo catorce compañeras y compañeros entre los que estaban la abanderada y escoltas y algunos integrantes del Cuadro de Honor, que eran estudiantes de mayor rendimiento, a los que nos costaba seguir el ritmo de cumplimiento sobre todo a quienes trabajábamos al tiempo que estudiábamos.

En la foto posan los primeros egresados junto a la primera Directora María Bazán de Ares, al Presidente de la Cooperadora Angel Silvestre Villegas y a los profesores Domingo Frois, Sara Santamarina, Celia Santamarina y Lucía E. Schulte de Kenny, a la derecha.

Doña Lucita había sentido en carne propia la desilusión del abandono de Gerardo, quien se dedicó a las tareas rurales, pero conservaba la esperanza con el resto de la familia, lo que efectivamente sucedió.

Con el transcurso de los años Lucita se convirtió en “Madam”, para todos los alumnos, a quienes acompaño en más de una oportunidad a los Viajes de fin de Curso a los Egresados que obtenían el diploma de Peritos Mercantiles. Me tocó compartir uno de ellos a Carlos Paz integrando la delegación como profesor.

Algunas de sus anécdotas podrán ser escuchadas expresadas por su propia voz, (clikear más arriba Lucía F. Schulte subrayado) en los recuerdos que desgranó en las palabras que dirigió al auditorio, en ocasión del 25º Aniversario de la Escuela en septiembre de 1984.

Doña Lucita se había jubilado en 1979 después de 20 años continuados de ejercer la cátedra de Inglés en los distintos cursos de la Escuela “Félix Romero”. En 1963 había renunciado al cargo de maestra para dedicarse exclusivamente a su cátedra de Inglés, idioma que había tenido ocasión de escuchar de niña en la casa materna, dado que si bien el padre era hijo de alemanes, su madre en cambio era descendiente de irlandeses.

Lucía E. Schulte de Kenny acompaña del brazo a María Bazán de Ares, encabezando el ingreso al salón del Gimnasio de la Escuela Provincial de Comercio "Félix Romero" donde se efectuó el acto central de la conmemoración del 25º Aniversario de la fundación.


Fue además maestra catequista en Telén y en la Escuela Hogar Nº 115, dado que al decir de ella misma “siempre amé a los niños y a los jóvenes”.

Antes de su fallecimiento dio a conocer una novela que había salido de su pluma, a la que tituló “Las hijas de Tyrrell”. En el prólogo dejó escrito “Al escribir estas historias no ambiciono más que transmitir a mis hijos y nietos el pantallazo de una época que vislumbré a través de las narraciones de mis mayores, sobre todo de mi amada madre.”
Es una de las profesoras a las que varias generaciones de egresados recuerdan con mucho afecto y respeto.

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