lunes, 22 de diciembre de 2008

TEMIBLES DELANTEROS

NOTICIA INSOLITA

BUENOS AIRES (AP) - En medio de la euforia de un partido de fútbol, la paloma buscaba semillitas en el césped del estadio cuando recibió un pelotazo que la desplumó, quiso levantar vuelo pero aterrizó de golpe, aleteó un par de veces y segundos después su cadáver fue sacado de la cancha por el árbitro.

"Fue una desgracia", se lamentó el jueves el defensor del club San Lorenzo Gastón Aguirre, el que le acertó el pelotazo en la victoria 2-1 sobre Tigre dentro de un triangular que completa Boca Juniors para decidir el campeón del torneo Apertura 2008.

"Metí un puntinazo y pobre paloma", dijo a la prensa Aguirre, un aguerrido zaguero de 27 años. "Ahora seré recordado por el futbolista que mató a una paloma",
El episodio ocurrió a los 64 minutos del encuentro cuando Aguirre, apremiado por rivales, despejó con fuerza hacia un lateral donde un grupo de palomas buscaba semillas cerca del córner.
El sector estalló en plumas y las palomas levantaron vuelo: Todas se salvaron, menos una.
Entre atónitos y apenados, varios jugadores la rodearon, sin saber que hacer.

Entonces, el árbitro Saúl Laverni, tomó los restos del ave y los depositó fuera de los límites de la cancha, poniendo punto final al muy fugaz velatorio.


El Equipo de Futbol de Colonia "La Pastoril" en la década del cuarenta.


Antonio “Cacho” Peralta, un amigo de los pagos de Victorica me contó esta anécdota que la recuerdo hoy por la aparición de esta noticia producida en Buenos Aires días pasados.
Cacho” y su familia vivía en los alrededores de “La Pastoril”, donde concurrió a la escuela primaria en sus primeros años escolares. Allí le tocó desempeñarse en la década del cuarenta uno de los tantos maestros “puntanos” que llegaron desde San Luis a ejercer en La Pampa.

Don Temístocles Ojeda, con toda su juventud, con pocos alumnos y con el cargo de maestro y director de la escuela de personal único de La Pastoril, inició a los chicos en la práctica de deportes y el más popular era el futbol en el potrero de la manzana de la escuela.

Cacho” Peralta integró años después el equipo de Primera del Club Cochicó de Victorica y posteriormente cuando se trasladó a Santa Rosa para cursar sus estudios secundarios, integró el equipo del Club Santa Rosa de recordada actuación dentro de la Liga Cultural de los años sesenta.

El compadre Orlandito Martín y Antonio "Cacho" Peralta (cuclillas) en el predio de la cancha del Club Cochicó en Victorica en la década del 50.

Don Temístocles entre tanto fue trasladado a la Escuela de Carro Quemado, donde además de su tarea docente prosiguió con la práctica personal del futbol, integrando la primera división del Club de esa localidad. Se puso de novio con una joven del medio y allí se casó.

El amigo Peralta recuerda que en uno de esos partidos el maestro Ojeda participaba como uno de los delanteros. Por aquellos años también los sueldos eran muy escasos y no alcanzaba para adquirir botines para la práctica de este deporte así que don Temístocles se calzó los zapatos punta fina reforzados que tenía ya en uso y con estos “timbos” salió a la cancha.

En una de las arremetidas contra el arco contrario el temible delantero Ojeda logra sortear a sus marcadores y ve la oportunidad de patear al arco directamente. El puntapié impulsa el balón con inusitada fuerza, pero junto con este sale también impulsado el zapato del maestro Temístocles, que le pega en la sien al arquero produciéndole el desmayo instantáneamente.

El guardavallas después de recuperado, cuenta que no pudo ver el zapato porque el siguió la trayectoria del futbol y el sol no le dejó ver el zapato del maestro, quien no sabía que hacer para disculparse.

En tanto el referee del partido tenía un dilema, no sabía que hacer, si expulsar a Ojeda o dar por válido el gol.

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