sábado, 15 de noviembre de 2008

ARGENTINA EN EL MUNDO

Quienes crean que actualmente la Argentina tiene peso en el mundo, creo que se han quedado con la foto de hace algún tiempo. Una reciente medición de Latín barómetro ubica a la presidenta de Argentina en el lugar 11º dentro del ranking del continente Americano. El ranking es encabezado por Inacio Lula da Silva el presidente de Brasil.

Si hay sectores que piensan que el resultado electoral de Estados Unidos, habrá de beneficiarnos, es porque no están debidamente informados. Los Estados Unidos no tienen amigos, tienen intereses que defienden al margen de toda otra cuestión. Si no aprendimos la lección con la Guerra de Malvinas, es porque esa es una de nuestras deficiencias. No aprender de los errores.

Después de la cesación de pagos internacionales del 2002 y del canje de la deuda con la durísima quita del 2005, que dejó afuera a quienes no aceptaron la misma, Argentina tendrá largos años de penitencia. Que necesitamos reinsertarnos en el mundo, recuperar la confianza de los Organismos Internacionales y dialogar más con nuestros socios comerciales para establecer estrategias comunes, no me cabe la menor duda.

Pero quien haya viajado por el mundo o ahora sin hacerlo, haya intentado rastrear a través de Internet, la presencia de Argentina en los medios mundiales se dará cuenta que pasamos totalmente desapercibidos.

Mal que nos pese, Brasil, Chile o Uruguay, nos están desplazando de los sitios, lugares en los rankings y de los espacios comerciales que solíamos ocupar hace una década o más.

Ya hace más de una década y media que en los restaurantes extranjeros se encuentran más vinos Chilenos que argentinos. Ahora Uruguay acaba de exportar más carne que Argentina y hasta Brasil ha dejado de comprarnos granos por nuestras políticas erráticas.
En un ranking de Universidades del Mundo la única Universidad Argentina que aparece en los primeros 150 lugares es la de Buenos Aires, pero en el lugar 121.

En el radar del nuevo presidente electo Obama, figuran por ahora, Colombia por su asociación para la lucha contra el narcotráfico, Brasil por ser la potencia industrial sudamericana y Chile por tener convenios firmados.


Probablemente en los próximos meses con los informes geopolíticos que le iran acercando los distintos organismos de Inteligencia de su país, entrará por la preocupación que genera, Venezuela, país petrolero que refina todo del “oro negro” en la industria norteamericana. Cuba que viene siendo objeto de un bloqueo comercial desde hace más de cuarenta años y se apresta a festejar los cincuenta años de su Revolución. Por lo pronto España acaba de tirarle un cabo, y Brasil en su nota de felicitación al nuevo presidente acaba de instalar el tema en su agenda bilateral.

Como vemos la política internacional no tiene propuestas de la Argentina que interesen a un mundo en crisis, ni presencia de ésta con soluciones concretas a sus propios problemas.

Nos tienen desconfianza y hemos cometido demasiados abusos como para hacernos acreedores a ella. Pero además no nos entienden porque somos contradictorios, ambiguos y muchas veces poco humildes para reconocer nuestros errores. Además ahora cometemos el pecado de ni siquiera ser diplomáticos y nuestros dos últimos presidentes pretenden dictar cátedra, dar recomendaciones o lo que es peor tratar de ridiculizar los problemas internos de Estados Unidos.

Para tener soberanía política, primero hay que tener independencia económica. Ese es el orden de prioridades. Porque el mundo que viene tendrá una restructuración a partir de esta mega crisis, pero para estar sentados en la mesa donde se tomen las decisiones hay que tener mucha destreza, propuestas sensatas y ponderar adecuadamente las distintas visiones políticas.

Nuestra política exterior reclama hoy de manera urgente la vigencia de estas virtudes griegas: ponderación, sensatez y destreza. Los escenarios global, regional y local son complejos, cuando no tormentosos. La radicalidad puede ser resultado de la sinceridad, pero no es una virtud en el manejo de los asuntos internacionales. No hay nada bueno ni meritorio en un fiasco célebre: ni la sociedad ni el Estado ganan con victorias pírricas y simbólicas. La arrogancia diplomática tiene altos costos para un país. De igual manera, la subordinación política y su aparente pragmatismo son el preámbulo de grandes desventajas, fracasos y despilfarros. La Argentina ha experimentado ya con estas dos posturas; la petulancia y la sumisión y sabemos que los resultados fueron adversos.(La Nación, GabrielTokatlian)

Para esta reunión del G-20 que se realizará estos días en la mesa chica que redactará el documento final con las conclusiones estará sentado Brasil, no la Argentina.

Construir confianza en medio de esta gravísima crisis internacional no será fácil. Es por eso que pesará sobre nosotros durante muchos años un desprestigio que no nos merecemos, pero que es parte de la decadencia de la sociedad y la dirigencia actual.

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