jueves, 17 de julio de 2008

¿COMO SE SIGUE?

Con los resultados del Senado se cierra un capitulo de la puja distributiva en el Congreso y se abre otro por la puja política que lo acompaña, que se dirimirá en otros escenarios. Ante ese resultado el primer interrogante es ¿se termina el enfrentamiento, o el conflicto continua y termina con las posibilidades de la Argentina de superar su mejor desempeño hasta este momento?

El tema de fondo sigue siendo. ¿Cómo reencausar las expectativas favorables de la sociedad argentina? La pregunta del millón es ¿podrá el gobierno retomar la iniciativa política y estabilizar el timón de la economía?

Cuando uno hace una gran fogata y la alimenta con todo aquello que es combustible, es imposible no chamuscarse.

A medida que pasa el tiempo y en virtud del desarrollo de los acontecimientos de los que se nutre esta fogata, que por ahí hace mucho humo, no deja ver con nitidez, lo que sucede en otros sectores y ámbitos que también son importantes.

¿Habrá pronto acuerdo para el Bicentenario?, o los sectores más rebeldes de lo que genéricamente se está denominando “campo” irán a fondo en la puja política, recurriendo no sólo a la Corte Suprema de Justicia, sino apelando a otras armas.

Por lo pronto ya utilizó varias con las que no sólo complicó las políticas gubernamentales, sino también contribuyó a echar leña al fuego en la hoguera de la confusión, lastimando al sector de los consumidores y complicando aún más a otras ramas de la producción. “Lock out” sui géneris, corte de rutas, “consecuencias no deseadas” (tirar leche, fruta, etc.) ¿Se animarán a plantear la rebelión fiscal? ¿Bajarán las hectáreas sembradas? ¿Continuarán con la pulseada del boycot para forzar la derogación de la resolución 125?


El Senado Nacional deliberando en la sesión del 16/07/2008


Cuando hay instrucción de zafarrancho de incendio, se suele plantear la pregunta ¿qué es lo primero que hay que hacer cuando se declara un incendio? Y los asistentes comienzan a contestar. “Buscar los extinguidores”, “cortar la energía”, “retirar los elementos combustibles”, y ninguna de esas es la respuesta correcta. Lo primero es llamar a los bomberos, que son los que tienen los conocimientos, la preparación y los instrumentos necesarios para apagar incendios, después, con prudencia se pueden intentar alguna medida cooperativa.

Luego que lleguen los bomberos, la pregunta es, como podemos colaborar, para no agravar más la situación en el intento de querer solidarizarnos con los directamente damnificados.
Aparentemente el tema de las retenciones móviles habría sido la chispa que prendió este incendio. Pero luego, hubo quienes, deliberadamente o no, por inexperiencia o por oportunismo ayudaron a incrementarlo en vez de extinguirlo.

El rechazo a la ratificación por ley que intentó, no sólo blindar el error sino, acumular más poder, debiera apagar el foco del incendio, aunque puedan quedar pequeños restos de fuego que se irán apagando, si el gobierno acierta con las medidas posteriores.

Es decir la tarea a partir del lunes próximo es no sólo la vigilia de cenizas, sino también, reconstruir los caminos que posibiliten instalar la mesa de negociación entre el Poder Administrador y los sectores en conflicto. Restablecer las comunicaciones, curar los heridos y proponer una agenda superadora que permita discutir la Argentina que queremos.
Esa es la manera de quitarle oxígeno y material comburente al incendio. Hubo dos momentos que parecía que las llamas se achicaban, una fue el momento de la renuncia del ex ministro de economía, responsable del grueso error técnico con escasa visión política. Luego cuando la presidenta anunció el envío del proyecto de ley al Congreso, pero que se diluyó al conocerse el verdadero tenor del mismo.

Vale recordar que los pueblos progresan, cuando los hombres y mujeres se unen detrás de las instituciones que han creado para que les permitan diseñar las mejores soluciones a los problemas cada vez más complejos de esta democracia aún joven.

Si a partir de la semana próxima, se instalan los puentes y se derriban las trincheras, se habrán dado los primeros pasos para avanzar hacia una gran concertación nacional, como aspira la presidenta. La paz, que desea la mayoría silenciosa de los argentinos expectantes, es posible, pero para que exista la paz, tiene que haber armónicamente distribuída libertad e igualdad. Libertad para las iniciativas e igualdad para las oportunidades de participar y posibilidades de acceder a una vida digna. Necesitamos reconstruir el federalismo es verdad, pero también necesitamos todavía recuperar el tejido social dañado en la última crisis del 2001/2.
La forma de hacerlo es aumentando la producción y la productividad de todos los sectores y distribuyendo con justicia social el fruto del esfuerzo de todos los argentinos.

El gobierno por su parte tiene la mayor responsabilidad en cuanto a la iniciativa política de las prioridades con que encara las inversiones y el gasto público. Creo que la mayoría acepta que el Estado intervenga con políticas activas para mitigar las inequidades que genera el mercado. Pero en medio de tantas demandas insatisfechas, cuando aún no se han recuperado totalmente los heridos del incendio del estallido de la convertibilidad, los proyectos del “Tren bala” o la “reestatización de Aerolíneas”, no ayudarán a satisfacer necesidades de los más necesitados.

Al contrario si se persiste por ese andarivel, los más pobres terminaran subsidiando el boleto del tren rápido y del avión a las clases media alta y alta. Eso ya está sucediendo con los subsidios actuales, que terminan beneficiando más que proporcionalmente a los que más tienen, los que más pueden y los que más privilegios de todo tipo pueden gozar.

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